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Elecciones, escogencias y renuncias

No estamos predestinados a lo que somos. Todavía podemos elegir construir un Estado fuerte y renunciar a un Estado débil, con todo lo que ello significa para el bienestar colectivo.

01 de noviembre de 2024
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  • Elecciones, escogencias y renuncias

Por Juan Carlos Manrique - jcmanriq@gmail.com

En los últimos días, en los medios de comunicación y en las redes sociales se ha conversado mucho alrededor de James Robinson, quien es uno de los tres economistas galardonados con el Premio Nobel de Economía 2024. Como lo han referido en muchas publicaciones, Robinson ha incluido dentro de sus investigaciones el estudio de las instituciones políticas, el Estado y el desarrollo económico de Colombia.

Para el Premio Nobel, el verdadero problema en Colombia son las instituciones políticas y la falta de Estado. Para él, la mitad del país no tiene Estado y su debilidad ha sido el factor que explica la falta de un gobierno efectivo y la exclusión de una buena parte del país. Hay más territorio que Estado. Hay más desigualdad que Estado. Hay más violencia que Estado. Hay más corrupción que Estado. Hay más informalidad que Estado. “La mitad del país no está gobernada”, enfatiza Robinson.

Bien, lo expresado por el Premio Nobel es un sobrediagnóstico ya muy conocido por todos. Sobrediagnóstico que comparto plenamente. Y sobre el cual creo que vale la pena reflexionar. Para nuestro caso, tener un Estado débil implica que solo la mitad del territorio y solo la mitad de los colombianos están activos y comprometidos por sacar adelante esta nación. No alcanza con esa la mitad. Para nada.

Pero debemos ser conscientes que, más allá de muchas consideraciones y muchos asteriscos, tener un Estado débil, ha sido nuestra elección. Así como en las conversaciones sobre estrategias empresariales aparecen las famosas Hard Choices, la famosas elecciones y escogencias, en esta reflexión acerca del Estado débil, hay que decir con toda claridad que ha sido una elección y una renuncia de los colombianos.

Hemos elegido tener un Estado débil y hemos renunciado a tener un Estado fuerte. Hemos elegido gastar en unas cosas y hemos renunciado a invertir en otras. Hemos elegido que muy pocos aporten con impuestos y hemos renunciado a que todos aporten con equidad y progresividad. Hemos elegido ser una sociedad desigual desde las oportunidades y hemos renunciado a ser una sociedad con una cancha equilibrada, llena de riqueza compartida.

Pues bueno. Al igual que en las conversaciones sobre estrategias empresariales, podemos activar conversaciones potentes sobre las nuevas elecciones y escogencias. Y sobre las nuevas renuncias. Somos lo que hacemos. No estamos predestinados a lo que somos. Todavía podemos elegir construir un Estado fuerte y renunciar a un Estado débil, con todo lo que ello significa para el bienestar colectivo.

Para los amantes del cine, les recomiendo una película extraordinaria. “La joven y el Mar”. La historia de Gertrude (Trudy) Ederle, la primera mujer que cruzó el canal de la Mancha. Realizó su primer intento en 1925, pero no tuvo “éxito”. Lo volvió a intentar en 1926 y lo logró. Venció los desafíos y la animadversión de una sociedad patriarcal y consiguió nadar, sin salir nunca del agua, 56 kilómetros entre Francia e Inglaterra. Pasión, método, disciplina y actitud. Eso fue Trudy Ederle. Esas fueron sus elecciones, sus escogencias y sus renuncias, a pesar de sus limitaciones y sus enfermedades.

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