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Por Johel Moreno Sánchez - opinion@elcolombiano.com.co
Ya lo había advertido el expresidente Uribe sobre el riesgo que entrañaba la toma del poder por la guerrilla: “ojo con el 22, dijo”; pero no fue suficiente porque mediante trampas lo lograron y sus premonitorias palabras quedaron cortas frente al desastre ocasionado por un gobierno apodado como “del cambio y de la paz total “; el mismo que en tan solo dos años y medio ha legitimado la insurrección armada, frenado la inversión en infraestructura y el sector eléctrico, disparado la corrupción, acabado con la salud de los colombianos y logrado el mayor decrecimiento económico e irrespeto a nuestras instituciones.
Y por causa de esta frágil democracia y una justicia politizada, se le facilitó el camino a la guerrilla, para que con discursos populistas, se engañara al pueblo con promesas y mentiras que nunca se cumplirán; como construir un tren eléctrico y elevado entre Buenaventura y Barranquilla; una idea tan absurda, que habría competido con la del otrora candidato Goyeneche: “pavimentar el río Magdalena”. Nada más perverso y contrario al progreso en un Estado de derecho, que la ausencia de educación y la ignorancia.
No hay duda que con la complicidad de orientadores de opinión, de algunos barones electorales y de otros que tienen precio y se pagaron con dineros de oscura procedencia; al extremo de superar los topes de financiación fijados por el CNE para la campaña; factores sin duda, que fueron decisivos para que se alzaran con el poder como si se tratara de un botín; delito comprobado, debe ser sancionado con la pérdida de los cargos de los elegidos, como lo obliga el artículo 109 de la Constitución Política.
Una democracia en la que se imponen las minorías, porque más del 40% se abstienen, decepcionados por la corrupción; ignorando que si no se ejerce la política, se padece y que son los gobernantes y el Congreso, los que para bien o para mal, toman las decisiones.
Figuras destacadas de la política, del sector privado, empresarios, escritores y personajes de la farándula lo apoyaron y en consecuencia, son responsables de esa nefasta elección; porque a sabiendas de su desastrosa gestión como alcalde Bogotá, de su horroroso pasado como guerrillero del M 19; pero hoy decepcionados, pretenden como Pilatos lavarse las manos, publicando mensajes y columnas de opinión, fingiendo desencanto y arrepentimiento; camaleones que solo ansían el poder, sin importar principios éticos ni valores de los partidos en los que militan.
Y se tomaron el poder y buena parte del Congreso para destruir con reformas, todo lo construido por décadas y que ha funcionado bien; y mediante decretos han encubierto delincuentes, asignándoles roles como gestores de paz o subsidiando la primera línea con millones para que dejen de matar; negociando con organizaciones criminales, las autodenominadas “insurgencias”; aquellas que eligieron el secuestro, el crimen y el vandalismo como su forma de vida; cuadrillas de bandoleros armados, asesinos que exigen diálogos pero que hoy les otorgan salvoconductos y privilegios; que luego piden estatus político en vez de someterlos y aplicarles toda la fuerza del Estado y de la ley.
Nunca se había politizado tanto la ignorancia e insultado la inteligencia como durante este gobierno; nombrando funcionarios mediocres para ejercer cargos de alta responsabilidad, sin acreditar competencia, experiencia ni formación académica como ministros, gerentes de institutos descentralizados y empresas estatales; y ya vemos los resultados de haber aplicado políticas contrarias al desarrollo.
Nuestra democracia atraviesa momentos cruciales, el supuesto equilibrio de poderes que consagra la Constitución Política está tambaleando y se percibe en el ambiente, vientos de un gobierno autocrático que concentra un poder excesivo, sin que los organismos de control estén cumpliendo su función con oportunidad; baste citar la violación de la ley 63/1923: haber sesionado de manera pública y televisado un consejo de ministros, no obstante estar prohibida de manera absoluta.