Pico y Placa Medellín
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A juzgar por el rezago que en vías para la movilidad registra la ciudad, pareciera que las billonarias transferencias que le gira EPM al municipio, y que para este año serán de $2.64 billones no han sido suficientes. De un presupuesto estimado en $10.96 billones, $1.23 billones van al pago de nómina, mientras la inversión en infraestructura, será de apenas $890.000 millones.
La infraestructura sigue estática y en solo 17 años el parque automotor ha crecido: los vehículos pasaron de 200.000 a 900.000 y las motos de 90.000 a 1.200.000; un problema creciente cuyas cifras explican el por qué los tiempos de viaje se han duplicado de 25 a 44 minutos. Los trancones vehiculares se volvieron paisaje y sin solución; y en medio de ese caos las motos compiten de manera irresponsable por el uso de las vías sin considerar el riesgo que ello significa.
Hay que reglamentar la destinación de las transferencias de EPM, como lo propone el concejal Luis Guillermo Vélez (5% para mantenimiento de quebradas): creo que el porcentaje debe ser mayor para atender el deterioro de la canalización del río Medellín y “afrontar” las lluvias diluvianas que se desatan por el acelerado proceso urbanístico que sustituye la vegetación por calles y techos. Es urgente una solución que aumente la capacidad hidráulica del canal; pues cada que ocurre ese fenómeno, se llenan los soterrados (que costaron $ 2 billones) y se infarta la movilidad.
Esa abundancia de recursos debe servir para una transformación de los cerros Volador y Nutibara; verdaderos pulmones si se adecuaran para la recreación, el deporte, actividades complementarias. Acceder a ellos mediante funicular e integrarlos con un cable. Un verdadero atractivo como existe en ciudades del mundo y aprovechar esas áreas hasta ahora ociosas y cuya extensión supera 1.3 millones de m2 y de paso, reemplazar ciclovías de la autopista, sitios en los que se expone a caminantes al polvo, al aire contaminado de combustión vehicular y al peligro de ser arrollados.
Esos recursos servirían para el reciclaje de residuos sólidos y poner fin al transporte al Parque ambiental Pradera de 3.000 toneladas/día y producir abonos orgánicos, generar energía; negocio cuyo proceso de transformación y aprovechamiento ya está inventado en el primer mundo.
Esa abundancia de recursos debería servir para prolongar la calle 14 hasta la Cra. 70 mediante construcción de un túnel bajo el aeropuerto Olaya Herrera y resolver aislamiento de 3 km de la zona.
Esa abundancia de recursos, debería servir para estudiar deprimir cuatro carriles de la avenida 33 entre Exposiciones y Sandiego y facilitar el acceso a la principal vía al aeropuerto: Las Palmas.
No hay excusa para que una ciudad, antes llamada la “tacita de plata” pero que con recursos en exceso por las transferencias billonarias de EPM, no haya elaborado una hoja de ruta con visión futura y que trascienda más allá del periodo de cada administración; un plan estratégico que corrija el gigantesco rezago ante el cual cada alcalde pasa de agache maquillando precarias vías existentes.
