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Columnistas | PUBLICADO EL 11 marzo 2023

Inequidad climática

La huella de carbono relacionada al consumo de energía de la población mundial varía de manera significativa tanto a escala regional como por nivel de ingreso.

Por Diego Mesa Puyo* - d.mesapuyo@columbia.edu

Así como en el mundo abundan las disparidades económicas, incluyendo una concentración de la riqueza y el consumo de bienes y servicios en relativamente pocos países, la demanda de energía y por ende las emisiones de gases efecto invernadero también están distribuidas de manera desigual. Sin embargo, el aumento en la temperatura del planeta no distingue el origen de las emisiones, y el efecto global que estas generan es el mismo sin importar si las emisiones provienen de economías avanzadas o de países de bajos ingresos. Peor aún, los países con altos índices de pobreza energética y menor participación en el total de las emisiones globales, son generalmente los más vulnerables a efectos climáticos como el incremento en la intensidad y la frecuencia de sequías, incendios forestales o fuertes inundaciones, fenómenos que afectan estructuralmente ecosistemas, cultivos, viviendas e infraestructura en general.

La huella de carbono relacionada al consumo de energía de la población mundial varía de manera significativa tanto a escala regional como por nivel de ingreso. Por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía estima que el habitante promedio en Norte América emite cerca de 11 veces más que el habitante promedio en África. Cuando esta comparación se hace con respecto al nivel de ingreso, la diferencia es aún más dramática. Por ejemplo, cada una de las personas pertenecientes al 1 por ciento de la población con mayores ingresos, emite cerca de 50 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año. Esta cifra equivale a más de mil veces el promedio de emisiones del 1 por ciento de las personas con menores ingresos, y a más de 10 veces el promedio de emisiones per cápita a nivel global, el cual fue 4.7 toneladas de CO2 en 2021 o el equivalente a las emisiones que genera una camioneta con motor a combustión durante un periodo de 18 meses. Sin embargo, estas discrepancias no quieren decir que los países con menores emisiones no contribuyan al calentamiento global. Por el contrario, al sumar las emisiones de los países que de manera individual emiten dos por ciento o menos de las emisiones totales, el resultado representa más de un tercio de las emisiones globales, incluso superando a China que hoy es el principal emisor del mundo.

Estas disparidades plantean desafíos e interrogantes desde el punto de vista de desarrollo económico y de acción climática. Por un lado, es importante que los mayores emisores adopten políticas de mitigación agresivas, no solo por el efecto que sus emisiones tienen a nivel global, sino también como un acto de responsabilidad con los países de menores ingresos y con mayor exposición a los efectos de cambio climático. Por otro lado, los países en vía de desarrollo deben poner en una balanza sus necesidades de crecimiento económico y desarrollo social con respecto sus objetivos y ambiciones climáticas, siendo conscientes que, aunque individualmente sus emisiones parecen insignificantes, en el agregado sus acciones serán críticas en la lucha contra el calentamiento global.

*Miembro Distinguido Visitante del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia en Nueva York. .

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