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Y qué quieren que les diga, entre Trump, Putin y los chinos, me quedo con Trump, sobre todo por los contrapesos que existe en la democracia americana para frenar los excesos presidenciales.
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
La aplastante victoria del republicano Donald Trump tiene consecuencias relevantes para todos nosotros. No entraremos en las implicaciones del regreso de un político que, durante su anterior mandato, en plena pandemia, sugirió abiertamente a sus conciudadanos beber legía para superar las infecciones, que es un misógino declarado y que durante la campaña acusó que los inmigrantes ilegales que estaban entrando en masa en Estados Unidos en ese preciso momento, se supone que hispanos, se estaban comiendo a los perretes y gatetes y demás mascotas en Springfield, al más puro estilo Hommer Simpson.
Como con estos bueyes tenemos que arar, vamos a ponernos el mono de faena. Para empezar, Trump ha recibido un apoyo masivo de los hispanos, a tenor de los sondeos y de las holgadas victorias que ha cosechado en estados con fuerte presencia latina como Nuevo México (45%), Texas (32%), Arizona (25%), Nevada y Florida (22%). Eso nos indica que el estadounidense medio percibe un problema migratorio vinculado a la inseguridad más que a cuestiones sociolaborales, ya que el país se encuentra en una situación de pleno empleo. Así que todos aquellos líderes de la izquierda hispanoamericana, desde la mexicana Sheinbaum al propio Petro, harán bien en ahorrarse un buen puñado de descalificaciones sobre la hispanofobia o hasta el racismo que incuba el cada día más anaranjado líder conservador.
Habrá que ver también si la presidenta mexicana se pone tan exquisita y brava con Trump como lo hizo con los Reyes de España y exige a EE. UU. reparaciones a Washington por el hurto de más de la mitad del México que España entregó en la independencia del país norteamericano y de las muchas humillaciones sufridas desde entonces. Al margen de estas disquisiciones, podemos prever lo que nos espera con Trump y no todo son malas noticias. Porque al final, si a Estados Unidos le va bien, al mundo libre también. Especialmente porque la alternativa multipolar incluye a una serie de países cuyos estándares democráticos, de libertades civiles y de derechos laborales están muy lejos de los nuestros. Esa alternativa incluye a China y Rusia, y qué quieren que les diga, entre Trump, Putin y los chinos, me quedo con Trump, sobre todo por los contrapesos que existe en la democracia americana para frenar los excesos presidenciales.
Podemos esperar también una tensión comercial con China que no es del todo negativa para Occidente. Porque China se ha hecho -con el beneplácito de Occidente- con el control de las materias primas necesarias hoy en día y construye ya con una calidad muy similar a la europea o americana a unos costes laborales muy inferiores, con lo que sigue engordando su ventaja competitiva, ahora ya en términos no solo de mercado, sino tecnológicos. Está por ver si la política arancelaria será tan estricta como se anunció en campaña y si realmente será necesario fabricar en EE. UU. para saltarse los aranceles o valdrá con habilitar filiales en suelo americano.
Como no podemos analizarlo todo en este espacio, quisiera mencionar el posible giro que se prevé en el apoyo militar estadounidense a Ucrania. Europa deberá tomar el testigo y echar el resto si quiere mantener a raya a Putin, algo que ya había empezado a hacer. Nos quedan cuatro años de Trump y no nos vamos a aburrir.