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24 de marzo de 2017 a las 12:12 del día, el hoy presidente Iván Duque trinaba: “En la marcha del 1 de abril debemos participar quienes creemos que el gobierno está conduciendo mal a Colombia”.
30 de marzo de ese año, a las 5:14 de la tarde, la ahora vicepresidenta Marta Lucía Ramírez trinaba: “Voy a marchar para expresar que nuestro país no le pertenece al gobierno ni a unos congresistas”.
El hoy senador Álvaro Uribe Vélez llamaba en video a marchar contra el gobierno de Juan Manuel Santos.
Hoy, los tres, más los senadores y seguidores de ese grupo político, llaman a que no se marche este 21 de noviembre en una movilización convocada para protestar por el desgobierno actual.
Cuando ellos convocaban, no había problemas. Hoy sugieren que la marcha está infiltrada por terroristas y que es promovida por el Foro de Sao Paulo. Sindicaciones como las que se hacían antes de la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, pasadas de moda.
Mientras que cuando ellos marcharon no se pasó de los tradicionales encontronazos en redes sociales, con insultos incluidos de lado y lado, hoy seguidores del gobierno, de extrema derecha, han amenazado con acciones violentas contra los marchantes e incluso anuncian la creación de grupos al margen de la ley para atacarlos.
En 2017 el gobierno era malo y había que protestar, hoy los convocantes de entonces consideran que las protestas no tienen razón de ser y son una manifestación violenta, cuando los que ahora marcharán nunca han hablado de violencia (en protestas contra gobiernos con frecuencia hay desórdenes por infiltración de anarquistas y de fuerza pública camuflada como muestran diversos testimonios).
De esperar que esta vez se marche con energía pero con calma, sin atacar a nadie ni a ningún bien público.
Pero hay razones de sobra para protestar: reformas laboral y pensional que precarizarán más el empleo y la pensión; alto desempleo; asesinato sistemático y continuo de indígenas, líderes y excombatientes de Farc; incumplimiento de acuerdos de paz; regreso de falsos positivos; ignorar la corrupción rampante; amenazar con explotación privada en parques nacionales; mala gestión internacional; un presidente sin mando; gobierno para unos pocos. Y un largo etc.
La protesta es un derecho. Ojalá lo respete el gobierno y no lo violente. Cómico que cuando aquellos tres convocaban marchas no intentaban desestabilizar la democracia, pero que la de ahora sí.
Maullido: ampliar vías no descongestiona; solo sirve usar racionalmente los vehículos.