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Columnistas | PUBLICADO EL 14 diciembre 2019

Fragmentos

Por JULIÁN POSADAprimiziasuper@hotmail.com

Zozobra, angustia, temor o miedo, también resistencia, carnaval o fiesta, cómo definir la extraña banda sonora de este año que acaba, somos suma de fragmentos y contradicciones, cuan sugestivo resulta este fragmento de poema de Pablo Neruda: “Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza del cielo se abre como una boca de muerto. Tiene mi corazón un llanto de princesa olvidada en el fondo de un palacio desierto. Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño que reflejo la tarde sin meditar en ella. (En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño así como en el cielo no ha cabido una estrella.)” Como tantas veces lo ha hecho, el arte nombra, evoca, señala.

La divergencia y la desilusión rondan los días, el sinsentido abunda, el estado, en minúscula, parece carente de sentido y actúa como régimen, la autoridad es una sombra gótica al acecho, que en vez de defender aupar y proteger, ataca. Los sucesos de los últimos días me recuerdan lo que ya el arte registró: La noche de los lápices, esa estremecedora película argentina en la que un grupo de estudiantes son desaparecidos en medio de la noche, tiene todo que ver con los manifestantes que en Bogotá fueron detenidos e introducidos en carros particulares, las explicaciones de los cuerpos de seguridad, ofenden. En la película, la canción del dúo Sui generis que servía de apoyo y resistencia a los detenidos, decía: “Detrás de las paredes/ Que ayer se han levantado/ Te ruego que respires todavía.” Recuerdo con tristeza El Estatuto de Seguridad y revivo la historia de Feliza Bursztyn, la escultora que murió de pena exilada en Francia, el gobierno colombiano la acusó de lo que nunca fue.

“Todas y todos debemos despojarnos del rencor que cargamos, volvamos a ganarnos la confianza del otro.” Dijo Alberto Fernández el nuevo presidente electo de Argentina el día de su posesión, converjamos, encontremos puntos comunes, conversemos: “Vení, charlemos, sentate un poco, La humanidad se viene encima ... Ya no podemos hermano loco / Buscar a dios por las esquinas! ... Se lo llevaron, lo secuestraron / Y nadie paga su rescate, Vení que afuera está el turbión / De tanta gente sin piedad / De tanto ser sin corazón”, canta al fondo Eladia Blasquez, en la que parece ser la banda sonora de estos (mis) días. A los que estigmatizan, solo recordarles que en parte gracias a los marchantes, ayer alguna señal empezó a enviar el Congreso.

El himno de los que marchan es El baile de los que sobran, esa vieja melodía de los que también de jóvenes (y hoy de adultos) soñamos; soñemos. Sigue Neruda en su poema, “Sin embargo en mis ojos una pregunta existe / y hay un grito en mi boca que mi boca no grita. ¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste / abandonada en medio de la tierra infinita! / Se muere el universo de una calma agonía / sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde. / Agoniza Saturno como una pena mía, la Tierra es una fruta negra que el cielo muerde ... Y la muerte del mundo cae sobre mi vida”.

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