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Una vez una joven madre de familia me compartía los problemas por los que estaba pasando en su matrimonio. Dos días después puso una foto en Facebook con su esposo y sus hijos y los “me gusta”, así como los comentarios llegaron rápidamente. “Se ven felices”, decía uno de ellos. Esta situación, tan cotidiana en nuestros tiempos, me dejó pensando...
Con solo 10 minutos de recorrido por el propio muro nos abrumamos al ver la cantidad de fotos y posts que pone la gente: Una pareja de esposos de aniversario felices con su compromiso, una chica soltera que se fue sola a pasear por Europa, feliz con su falta de compromiso, un meme chistosísimo, el otro que cumple años y tiene más de 500 mensajes de felicitación (aunque la semana anterior se quejaba porque se sentía solo), una frase corta y sencilla que invita a la reflexión, una mascota haciendo la mejor pose ante sus amos...
Los comentarios no se hacen esperar: “Divinooo” “Felicidades” “¡Quién como tú!”... No digo que haya problema en poner esos momentos en Facebook o en compartirlos con los contactos (mejor llamarlos así que amigos). Lo engañoso del asunto, creo, viene cuando alguien se encuentra en un momento difícil, se pone a navegar y navegar por su muro, y se cree la mentira de que esos momentos de alegría que suelen postearse son los únicos que ocurren en la vida de sus contactos y que quien pone una foto de un momento feliz, es feliz totalmente, tiene una vida envidiable, está exento de problemas, angustias e inseguridades, por las cuales pasamos todos. El Facebook nos puede hacer vulnerables y evasivos ante nuestra propia realidad, nos puede abrir centenares de ventanas (tantas como el número de contactos que tengamos), a desear los bienes ajenos y a no ser capaces maravillarnos y ser agradecidos con los propios.
Tampoco resulta sensato que el Facebook sea un medio de desahogo para quien está infeliz (y lo es en muchos casos). Hay situaciones que solo le competen a nuestros mejores amigos y que nada tienen que hacer circulando en la infinita autopista informativa.
Facebook es un medio practiquísimo para mantener el contacto con mucha gente que ha pasado por nuestra vida y que ha tomado un rumbo diferente. Pero es un medio que muestra solo una faceta, y muy pequeña, de la realidad de cada quien. Es ideal para mantener el contacto, pero no para ser un espacio de encuentro ni de comunicación. Si quieres saber realmente cómo está tu amigo, salgan a tomar un café y tengan una buena conversación. Esta comunicación te podrá mostrar realmente cómo está el otro, su vida interior y por lo tanto tu propia vida también. En el Facebook todos parecen felices, pero un diálogo sensato te dirá mucho más. Te hará ver una faceta de la realidad más amplia y no solo la parcialidad que muestran los miles de post que aparecen en tu muro cada día.