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Columnistas | PUBLICADO EL 10 febrero 2020

EXTASIARSE CON
LA BELLEZA

Por Fernando Velásquez V.fernandovelasquez55@gmail.com

Si uno quiere encontrarse como ser humano y disfrutar de la capacidad creadora de los hombres a lo largo de la historia, debe detenerse en las más excelsas creaciones artísticas y disfrutarlas; por ejemplo, si la vida le da el privilegio de viajar a Madrid −la espléndida ciudad de los Austrias y cuna de grandes pensadores, pintores y escritores− no debe dejar de visitar el monumental y bicentenario Museo Nacional del Prado, siempre renovado y fastuoso.

Allí en sus tres plantas encuentra un tesoro de pinturas y de esculturas que muy pocos sitios en el planeta alojan. Se puede encantar con las más significativas creaciones españolas desde los siglos XII al XIX. Disfruta de las meninas, las hilanderas, la adoración de los magos y, por supuesto, de los retratos de Velázquez; hace un recorrido por la obra de Goya y se deleita con el derroche de color de la gallina ciega, la cometa, la vendimia, las dos majas (una de ellas, tal vez el primer desnudo del arte moderno), los fusilamientos del tres mayo, las pinturas negras, etc. Y, por supuesto, no deje de ver los óleos sobre lienzo de Sorolla, los magníficos trabajos barrocos de Murillo −un pintor religioso por excelencia− y, en fin, acuérdese de Ribera y Zurbarán.

Por supuesto, para que este baño de arte lo sumerja aún más en un mundo admirable, deléitese con las muestras de pintura alemana, flamenca, italiana, francesa y holandesa. Y, dado que se menciona a los artistas flamencos, deténgase en El Bosco autor del jardín de las delicias, ese tríptico maravilloso vertido sobre un retablo de roble (cuyas dos tablas laterales pintadas por ambos lados dejan ver, cuando se cierran, la creación del mundo en su tercer día con la tierra redonda en una época en la cual todavía se afirmaba que ella era plana) que, a no dudarlo, es una de las obras más excelsas, fascinantes, misteriosas y atrayentes que se hayan confeccionado durante toda la historia del arte, con una visión que lleva al espectador desde el paraíso, pasando por la lujuria, hasta el infierno.

Por supuesto, otro flamenco que lo hace a uno transportar por los cielos es Rubens quien le muestra sus tres gracias (mujeres desnudas que retan a su padre Zeus), el triunfo de la Iglesia, la victoria de la verdad sobre la herejía, etc. Tampoco olvide a Durero, Bruegel, van der Weyden, etc. Entre los italianos deténgase en Tiziano (que tanto influyó en El Greco), Fra Angelico con su anunciación, Tintoretto, Rafael, Caravaggio, etc. Y añada la muestra de pintura francesa con las obras de Poussin y Claudio de Lorena.

Pero también repare en la colección de esculturas del museo, porque se trata de trabajos llenos de perfección en los cuales se reflejan, más que otros, los estadios más insondables de la creación humana; allí sobresalen los dedicados al mundo clásico, algunos de corte medieval, los renacentistas, los barrocos, etc. En fin, en este recorrido no deje de ver el Edificio nuevo –llamado Jerónimos– y, como es obvio, adquiera algunas litografías para recordar en casa este viaje inolvidable.

Así las cosas, con independencia de que se tenga o no una buena cultura pictórica y escultórica −incluso si se es apenas un neófito−, es seguro que los sentidos desbordados lo llevarán de viaje por mundos pasmosos donde el color, las formas, la estética, etc., le brindarán un festival de aromas y de contrastes que le llenarán de aire los pulmones y recibirá un verdadero baño de originalidad, imaginación y belleza. Estas joyas del arte, pues, lo reconciliarán con el género humano y entenderá que no todo es violencia y destrucción, así estas dos sean temáticas socorridas por los grandes virtuosos que están exhibidos en este museo de artistas.

Así las cosas, el imponente Museo Nacional del Prado es uno de esos regalos maravillosos que uno debe darse todas las veces que pueda.

Si quiere más información:

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