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Columnistas | PUBLICADO EL 10 julio 2022

Escribir el cuerpo

Escritores y fotógrafos reducen el todo, el cuadro completo, a la visión propia de ese cuadro. Escogen la luz, el foco, las palabras. Deciden desde dónde miran y dirigen la mirada.

Por Juliana Restrepo Cadavid - JuntasSomosMasMed@gmail.com

Escribir y tomar fotos se parecen. Los artistas, como los escritores, lo dice Rosa Montero en su último libro, son yunkies de la intensidad. En ambos existe una intención de contar, de capturar para recordar, de entender. Escritores y fotógrafos reducen el todo, el cuadro completo, a la visión propia de ese cuadro. Escogen la luz, el foco, las palabras. Deciden desde dónde miran y hacia dónde dirigen la mirada.

Hace un mes conocí a Herlinde Koelb, una fotógrafa alemana. Es pelirroja, bajita, flaca. Se recoge la parte de atrás del pelo en una moña y adelante le queda una especie de capul-despeine. Tiene ojos chiquitos y casi siempre los labios rojos. Es exactamente el dicho los-perfumes-buenos-vienen-en-frascos-pequeños.

En la entrevista que vi, explicó el detrás de cámaras de su proceso creativo a través de siete imágenes de sus proyectos principales. Nos mostró uno de sus primeros trabajos, en el que fotografió salas de estar alemanas durante tres años (1980). Una foto de una fiesta de la alta sociedad austriaca, Fancy people high society (1986). Una de un sacerdote con su ropa de sacerdote y con una pinta normal en la que parecía dos personas diferentes, Clothes make the man (2012). Unos retratos de judíos (1989), su primer trabajo con reconocimiento. Un proyecto de fotos de cuartos en cuatro ciudades del mundo (2002). Y uno reciente con científicos, Fascination of Science (2021), en el que les pidió que escribieran en la planta de su mano lo que querían compartir (de este último hay unas entrevistas en YouTube subtituladas en inglés que me parecieron interesantes). Al final nos habló del proyecto Traces of power (2021), en el que fotografió a Angela Merkel una vez cada año durante treinta años. Herlinde decidió fotografiar metódicamente para encontrar patrones. Su objeto son las personas, la cultura, el lenguaje corporal.

En el proyecto Herlinde-Angela, la intención inicial de la fotógrafa era seguir a alguien que estuviera ascendiendo en el poder durante diez años (al final fueron treinta) y entender cómo el lenguaje corporal nos contaba de ese ascenso. Qué nos dice el cuerpo de la persona. Me las imaginé a las dos paradas en 1991, una rondando los cincuenta y otra los cuarenta, Angela recién nombrada ministra de la mujer y las juventudes. Me las imaginé a las dos paradas el año pasado, una rondando los ochenta y la otra los setenta, Angela a punto de terminar su mandato. Herline nos contó que la única instrucción era mirar a la cámara, que al principio Angela no sabía dónde poner las manos, pero que después sus manos y su mirada sabían exactamente cómo actuar, hasta que sus manos se volvieron esa forma de diamante tan Angela Merkel en los últimos años. Nos contó que al principio Angela miraba su proyecto como una extrañeza, pero que le gustaba que lo que hablaban —primero, una hora por año; después, quince minutos— no apareciera en los periódicos al otro día. Nos contó que Angela no era creída, que nunca quiso ver sus fotos, que, de hecho, la primera vez que las vió fue el año pasado.

Llevo un mes pensando en Herlinde. En su método. En su mirada sistemática. En escribir el cuerpo para entender la intensidad 

Juliana Restrepo Cadavid

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