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Columnistas | PUBLICADO EL 11 marzo 2022

Entre la oscuridad y la derrota, una hermosa ilusión

La especie que escribe música y poemas, que desarrolla innovaciones que cambian vidas, puede tener el coeficiente intelectual de una ameba si tomamos como referencia comportamientos que se ven a diario

Agostinho J. Almeida

Candidatos a cargos públicos que han sido acusados de corrupción, de coaccionar a colaboradores para realizar militancia política o de agredir físicamente a personas. Candidatos presidenciales involucrados en diferentes tipos de escándalos. Alcaldes bajo sospecha de agresión física o sexual a ciudadanos. Líderes de entidades públicas acusados de manipular organizaciones y procesos por intereses personales o políticos. ¿Inocente hasta que se pruebe su culpabilidad? Sin duda alguna. Aun así, el simple hecho de que estas cosas salgan a la superficie debe tener algún significado. Como mínimo, varios deberían renunciar a sus cargos o aspiraciones políticas hasta que se sepa la verdad y se haga justicia. Profesores acusados de abusar de menores. Líderes sociales asesinados a diario. Terrorismo y guerra civil que devastan ciudades, regiones y países. Guerras a escala mundial que amenazan el propio planeta. Los casos de enfermedades mentales están en niveles alarmantes. Pérdida dramática de biodiversidad. Cambio climático y condiciones climáticas extremas. Las estructuras sociales están destrozadas en diferentes países y continentes.

¿Qué pensarán los niños en 2050 cuando estudien la historia de 2019-2022 (y más allá...)? Primero, probablemente reconocerán que los avances tecnológicos y médicos habrían llegado a un punto que significa que nunca hubo una mejor época para nacer en el mundo. Pero también aprenderán que incluso durante una era en la que los datos, la información y el conocimiento se acumulan a una velocidad asombrosa, los humanos de pronto nunca hemos sido tan estúpidos. La especie que escribe música y poemas, que desarrolla innovaciones que cambian vidas, que ha pasado de descubrir el fuego a caminar sobre la luna, puede tener el coeficiente intelectual de una ameba si tomamos como referencia comportamientos que se ven a diario. ¿Sarcasmo? Realmente no sabría decir...

Pero ¿es esto nuevo o será un ciclo normal en la historia humana? ¿O es solo un efecto de las redes sociales y comunicaciones globales lo que hace que seamos más conscientes? El hecho es que el mundo está en un punto de ruptura. Así que aquí estamos, entre la oscuridad y la sensación de una derrota sin fin... y, luego, se lee un titular de noticias: en una iglesia en Ucrania, alguien preguntó: “¿Podemos orar también por los que matan?”. En medio de una guerra civil que podría ser el preludio de una tercera guerra mundial, la humanidad reaparece. Y con ella, la esperanza de días mejores, la construcción sobre las derrotas y una luz tenue que nos muestra diferentes caminos. Pero esa hermosa creencia, esa ilusión que nos mueve necesita algo más. Ante todo, sentido de urgencia, de acción, de transformación acelerada; es que ya no hay de otra. El momento es ya. “Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento” (Mario Benedetti).

Agostinho J. Almeida

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