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Columnistas | PUBLICADO EL 14 agosto 2022

Empresarios y política

El bajo perfil, el ensimismamiento y la reticencia a conversar con los políticos van contra el sentido común.

* Director de Comfama.

Querido Gabriel,

Soplan vientos de cambio que asustan a algunos y emocionan a otros. En particular, empresarios e inversionistas afrontan la reforma tributaria con escepticismo y angustia, mientras muchos, buena parte del país que eligió presidente, celebran una nueva era. Pero no podemos quedar atrapados entre el resentimiento y el miedo, ni entre la nostalgia y la prisa, como escribió por ahí Daniel Innerarity. En las empresas decimos que estrategia consiste en construir la organización del futuro a partir de la organización del presente. El país del futuro debe emerger, en consecuencia, no a pesar ni en contra de, sino a partir del país del presente.

La historia oscura del empresario que pretende devorarlo todo no puede estar más lejos de la realidad colombiana. Como un bálsamo se sintió esta semana en la asamblea de la Andi la voz de Carlos Ignacio Gallego, presidente de su junta directiva y CEO de Nutresa, quien invitó a conciliar dos asuntos que no pueden de ninguna manera parecer opuestos. “No hay desarrollo económico y social sin empresas”, recordó en un discurso corto, sensato y sensible, demostrando por qué es uno de nuestros más admirados líderes.

Conversemos sobre el papel de las empresas, especialmente las más grandes y productivas, en esta etapa de nuestra historia. ¿Qué les sugerimos a los empresarios en este momento para que conviertan los tiempos de cambio en nuevas oportunidades?

Cada transición empieza con la escucha. Las empresas debemos llegar a todo el territorio nacional, abrir nuestras puertas, conectarnos con el país rural, los jóvenes, indígenas y afros, con las mujeres y los activistas de las más nobles causas. No todo va mal, pero hay millones de colombianos a quienes el Estado no les funciona y perciben una versión del mercado bastante imperfecta. Ver esos matices y escuchar esas voces nos permitirá avanzar hacia la autocrítica sensata y la acción decidida.

Para que las reformas sean exitosas deberá intensificarse el diálogo. Las empresas tienen ideas y capacidades que el país necesita, están generando el empleo que nos ha permitido salir de lo peor de la pandemia. Lo mejor de nuestro sistema de salud actual, por ejemplo, sucede en las EPS e IPS privadas. Algo similar pasa en educación superior, energía y otros sectores. ¿Será que “argumento va, argumento viene”, como decía Antanas, lograremos reformas que generen cambio social positivo y, al mismo tiempo, nos unan como sociedad?

Pensemos, además, que a las empresas les llegó la hora de hacer política con más determinación. Necesitamos (también) la mirada empresarial para articular una visión nacional inspiradora, justa y congruente. Los líderes privados deben ser más vocales, preguntar, proponer o alertar, según corresponda, buscar caminos para llegar al corazón de la gente. El bajo perfil, el ensimismamiento y la reticencia a conversar con los políticos van contra el sentido común.

Provoquemos la tertulia con la charla de Freddy Vega, fundador de Platzi, en el mismo evento, quien con entusiasmo articula su visión de Colombia como potencia tecnológica. Vega sugiere poner la seguridad alimentaria, la educación técnica, el acceso a internet, el bilingüismo y la lectura en el sitio más elevado de nuestros corazones y prioridades nacionales. ¿Habrá algo más necesario para desatar este y otros grandes sueños que el encuentro armónico, como en una danza, de lo público con lo privado? 

David Escobar Arango

Si quiere más información:

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