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Columnistas | PUBLICADO EL 13 noviembre 2020

El talento

Por hernando uribe c., OCDhernandouribe@une.net.co

Contar parábolas es una de las obras maestras de Jesús como artista, entendiendo por artista al que sabe moldear la belleza. Como todo lo dinámico, el arte está en sus comienzos, y si tenemos en cuenta que el Creador es el artista de los artistas, el artista consumado, de poder infinito, en Él la belleza tiene expresión suprema.

Una obra de arte, cuanto más perfecta, más incompleta es, pues la obra de arte está hecha para ser interpretada, y cada intérprete la completa a su modo, condición que requiere sintonía del intérprete con el artista. Además no hay dos intérpretes iguales, pues cada uno lo es a su modo.

La parábola de los talentos es una de esas obras de arte, cuya interpretación sigue siendo novedad, pues solamente el intérprete que está en sintonía con el artista divino, es competente para hacer una interpretación válida.

El evangelista Mateo cuenta en el capítulo 25 la parábola de los talentos, talentos que el dueño reparte para su cultivo. A uno da cinco, a otro dos y a otro uno, de cuyo rendimiento un día les pedirá cuentas. Como de hecho ocurrió.

El que recibió cinco talentos, ganó otros cinco, el ciento por ciento. El que recibió dos, ganó otros dos, el ciento por ciento. Y el que recibió uno, decidió enterrarlo por miedo a las exigencias del dueño. Él mismo se condenó a la esterilidad. ¿Será otra cosa el infierno?

Todo ser humano tiene un talento único y una manera única de expresarlo. O mejor, no tiene talento, es talento, y los talentos son cualidades del talento. La inclinación natural y el gusto que siente por una cosa, le indica a cada uno cuál es su talento. Descubrir el talento es la tarea primordial de la educación, la obra por excelencia del ser humano desde su nacimiento.

Quien cultiva su talento aprende a descubrir necesidades para satisfacerlas y se siente feliz haciendo lo que hace, pues, como dice F. Schlegel, “se tiene genio para lo que se tiene gusto”.

Decir “talento humano” es pleonasmo, pues el talento es lo propio del ser humano, y empobrecemos su significado cuando pasa a significar tramitología laboral. Mi talento determina mi identidad y mi ubicación y pertenencia. Me indica quién soy yo, y así qué profesión estudiar para ser feliz haciendo lo que hago sirviendo a los demás.

Dios nos da los dones celestes y terrestres, no para apegarnos a ellos y encontrar en eso nuestra satisfacción, sino para recibir mejor el don por excelencia, Dios mismo, la plenitud de nuestra felicidad.

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