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Todos en algún momento nos sentimos agotados de ciertos señalamientos que provienen de personas que parecen negarse a entender que en ciertas situaciones somos parte del problema y, a la vez, de la solución. Nos hemos convertido en un mundo donde cada tribu se encarga de disparar sus creencias, verdades y posiciones, como si la necesidad de tener la razón o ser dueños de la verdad fuera el objetivo.
Sin lugar a dudas, en el planeta abundan los problemas que son ajenos a los intereses y afanes de imposición de ciertas verdades, temas que no dan espera y que nos deben unir como sociedad, como lo son: la eliminación de la pobreza y el calentamiento global.
Estas dos realidades que no se circunscriben en ideologías no pertenecen a dogmas de fe ni a partidos políticos, pero en lugar de unirnos, nos dividen. Esto es, hoy en día difícilmente podríamos eliminar de un tajo la pobreza y a la vez disminuir el calentamiento global. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que lograr las metas de disminución de las emisiones atmosféricas pondría en riesgo a la humanidad, disparando la pobreza. Entonces, la pregunta que nos debemos formular es: ¿Qué camino escoger?
Bill Gates, en su libro “Cómo evitar un desastre climático”, plantea que el mundo emite 51.000 millones de toneladas al año, de las cuales el 31 % proviene de todo lo que se fabrica, donde el cemento y el acero son las dos industrias que más peso tienen. De otro lado, imaginemos un mundo sin vivienda, vías e infraestructura; el 27 % de las emisiones se dan por nuestros consumos de energía, entonces, cómo sería nuestra vida diaria sin iluminar nuestra casa, calentar la comida o prender la televisión. El 19 % de las emisiones se dan por la agricultura y la ganadería, seamos vegetarianos o carnívoros las emisiones las compartimos y la humanidad tiene que seguir alimentándose. El 16 % lo emitimos por el desplazamiento, gracias a los vehículos nos desplazamos a diario, viajamos de vacaciones, trasportamos los bienes que necesitamos. Y, por último, calentar o enfriar nuestros hogares usando aire acondicionado, nevera, calefacción genera el 7 % de las emisiones.
Estas cifras que nos da la ciencia deben hacernos reflexionar de que no hay nada más dañino que el ambientalismo radical que señala, acusa, pero a la vez es parte de esta cadena de emisiones y busca bloquear cualquier tipo de desarrollo que contribuya a generar empleo y saque de la pobreza a familias enteras.
Definitivamente, el camino que tenemos para encontrar soluciones frente al calentamiento global y la pobreza es el diálogo, no hay nada mas incivilizado que personas arraigadas en sus creencias y que no se atrevan a discutir con argumentos. No hay nada peor en una democracia que señalar a alguien por lo que piensa, aunque esté ceñido al cumplimiento de la Ley. No hay nada más egoísta que pensar que los otros son los malos y que lo que yo hago es lo correcto y entraña la verdad.
Frente a esta situación seamos generosos con el diálogo, pensemos holísticamente; definitivamente, en ciertas situaciones “es mejor estar juntos que de acuerdo”. La superioridad moral en un sistema donde todos somos contribuyentes no es conveniente para encontrar soluciones. El camino pasa primero por reconocernos y trabajar juntos en las soluciones a estos dos grandes retos de la humanidad