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Columnistas | PUBLICADO EL 18 enero 2023

El oso en Davos

El presidente Petro se presentará en Davos. Ojalá sus asesores lo hayan no solo preparado adecuadamente sino advertido de que allí la cosa es a otro precio.

Por Alberto Velásquez Martínez - redacción@elcolombiano.com.co

Hace más de 30 años asistimos con un grupo de empresarios antioqueños –comandado por Nicanor Restrepo– al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Un pequeño pueblo en cuyo sanatorio, hoy hotel, ambientó Thomas Mann su novela La Montaña Mágica. Cada año Davos recibe a todos los gurúes de la economía internacional, tanto del sector público como del privado. Allí se debate el informe que, previo a la asamblea, preparan sus asesores a través de encuestas y análisis sobre los riesgos que en cada momento amenazan a la humanidad.

A Davos concurren países ricos y pobres. Los países ricos, según definición de los autores de la obra Por qué fracasan los países –texto que estudia los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza– son los que “se embarcaron en el proceso de industrialización y cambio tecnológico que empezó en el siglo XIX”, en contraste con “los países pobres que no hicieron esas transformaciones”. Allí los primeros hablan con la experiencia y el conocimiento, y los segundos escuchan y piden con acento tercermundista.

Entre los problemas que se están analizando, están los de las altas inflaciones y endeudamientos que han estimulado rupturas y malestares sociales que afectan con mayor crudeza a las naciones emergentes, así como los efectos colaterales derivados de la guerra en Ucrania y los ya casi tres años largos de pandemia. Hay una marcada desaceleración de la economía global que agudiza las desigualdades y empuja la migración originada como efecto del desespero laboral y del hambre.

En el foro hay rueda de negocios y sesiones plenarias para escuchar a personajes invitados. Recordamos que al que asistimos, uno de los expositores centrales fue el entonces presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, dialéctico y petulante. Llevaba la vocería de los países en vía de desarrollo. Todavía la tierra de Bolívar era potencia petrolera y la sociedad caraqueña vivía metida en una burbuja, llena de sibaríticas importaciones y comodidades. Pero Carlos Andrés Pérez se equivocó de escenario. Creía que con su retórica, su capacidad de improvisación para manejar lugares comunes iba a descrestar a unos europeos y asiáticos pragmáticos, metidos en el mundo de la ciencia, la tecnología, la innovación. Pensó que estaba hablando en un escenario tercermundista. Fue un fiasco su intervención. Sentíamos pena ajena cuando el recinto se fue vaciando, dada la ausencia de un estadista, de un hombre que convenciera con cifras y conceptos. Lo que mostraba nuestro continente era un actor repentista que se había equivocado de escenario.

Ahora se presentará en Davos el presidente colombiano, Gustavo Petro. Ojalá sus asesores lo hayan no solo preparado adecuadamente sino advertido de que allí la cosa es a otro precio. Que no cabe la retórica huera cobijada por la improvisación y menos por el populismo. Que lo van a escuchar los economistas más calificados, expertos financieros, dirigentes mundiales del más alto nivel intelectual y académico que saben distinguir entre las tesis sesudas y aterrizadas y las populistas y etéreas de soñadores. Esperamos que no repita el oso que 34 años atrás hizo Carlos Andrés Pérez...

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