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Columnistas | PUBLICADO EL 25 junio 2021

EL OLVIDO QUE SEREMOS, DE FERNANDO TRUEBA

Por David Guzmán Quintero

Por David Guzmán Quintero

Debo confesar que mi mayor temor era que –por más que ame El sueño del mono loco (1989) y Belle epoque (1992) del mismo Fernando Trueba– fuese un español quien estuviera al mando de un relato del que los colombianos nos hemos apropiado culturalmente de forma tan vehemente. En Colombia odiamos las historias de paramilitares, narcos y sicarios –a no ser que el sicario sea Tom Cruise o Bruce Willis–. Somos un país que se apropia de todo menos de lo suyo. Ello sólo repercute negativamente en, quizás, la ocasionalmente acartonada actuación de Juan Pablo Urrego en su intento de forzar el acento paisa de Héctor Abad Faciolince. La adaptación de Trueba se extiende desde la gestión de Abad Gómez por la tifoidea producida por el acueducto de Medellín, pasando por la muerte de Marta Abad y concluyendo con el asesinato de Abad Gómez. Si bien el relato de Trueba refresca el panorama cinematográfico colombiano actual en muchos aspectos, los actores de cartel y la ambientación que se requiere para la época –por no mencionar la lógica intervención de un director oscarizado–, denota generoso presupuesto: presupuesto recurrentemente negado a cineastas nacionales que cuentan sus historias en condiciones precarias

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