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Columnistas | PUBLICADO EL 03 marzo 2023

El lecho para las mil cosas

En la cama ocurren cosas misteriosas, como que el mismísimo Einstein estaba echado en la suya cuando vio relampaguear en el interior de los párpados: E=Mc².

Por Diego Aristizábal Múnera - desdeelcuarto@gmail.com

Yo no soy capaz, como muchos, de hacer cada cosa en la cama. En ese asunto soy más bien simplón, llego a la litera, a la piltra, a la sufrida solo a dormir y rara vez veo televisión; de hecho, soy partidario de sacar los artefactos tecnológicos de la alcoba. Me gusta una cama silenciosa, sin mucho misterio, incluso, rara vez dejo entrar un libro, para eso está el resto de la casa. Me gusta llegar a la cama con la mente desconectada casi de todo. Para mí, la cama no tiene mucha ciencia, no es el espacio donde ocurren muchas cosas en mi vida, como sí le pasaba a Juan Carlos Onetti, quien siempre tuvo una cama como búnker; sin embargo, este asunto lo estoy replanteando después de leer un libro curioso: Todo sobre la cama de Anthony Burgess.

Justamente porque no le doy mayor relevancia a la cama fue que me inquietó este libro. Y en verdad me enteré de cosas interesantes; tal vez, porque la cama es el reflejo del amor, del nacimiento, de la vida y también de la muerte. Casi siempre, en cada uno de estos momentos es importante una cama, no importa si es simplona o extravagante, de madera de arce o de palisandro y tuya, después de todo, en uno de estos muebles es que pasamos casi un tercio de la vida dormidos, ni qué decir de aquellos que deciden no volver a salir de la cama, como Oblomov, ese personaje de Goncharov.

Y es que en la cama ocurren cosas misteriosas, así lo veo en este recorrido ameno que hace Burgess. El mismísimo Einstein estaba echado en la suya cuando vio relampaguear en el interior de los párpados: E=Mc². Lo mismo le pasaba a Sibelius, quien creía que una sinfonía tenía que escucharse hasta el último redoble de tambor y el último trompetazo de tuba en el cerebro, antes de que fuera escrita sobre el papel. Y eso lo hacía en su cama, en el lugar donde “comienzan las responsabilidades”, como podría haber dicho Delmore Schwartz.

Pero en la cama no solo llegan grandes ideas, cuenta Burgess que una vez conoció a un hombre tan perezoso que cortaba leña muy lánguidamente en la cama, y escuchó que una excéntrica dama ordeñaba una vaca desde la suya porque su magnífico ejemplar de Jersey solo se dejaba manipular por su dueña, y ella no quería vivir fuera de su cama. Otros, también se han especializado en amasar el pan desde este lugar.

Yo no sé qué tan importante sea la cama en sus vidas, ni qué hacen en ella, pero lo que veo es que una cama es un mueble que puede servir para todo, incluso para dormir; por esa sencilla razón, desde ahora, miro con otros ojos mi lecho y a aquellas personas que viven ahí, que sienten que la vida, en realidad, no es más que un colchón maravilloso y lo demás, es lujo.

Diego Aristizábal

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