Síguenos en:
Columnistas | PUBLICADO EL 11 junio 2015

El laberinto de las bacrim

PorLUIS ANDRÉS FAJARDOandres.fajardo@me.com

Hace algo más de una década, en sus épocas de mayor auge, el paramilitarismo fue el actor que más reclutamiento forzado produjo en Colombia, con métodos de una crueldad inimaginable, dedicados a quebrantar en niñas y niños los más básicos principios de humanidad. Métodos que por su extrema crueldad daban cuenta de su inspiración en los conflictos africanos.

De las varias decenas de miles de niñas y niños reclutados solo cerca de 3.000 obtuvieron atención por parte del Estado, por que el resto, desapareció justo antes de las desmovilizaciones colectivas. Los paramilitares se encargaron de que los niños y niñas de sus tropas se fueran semanas antes, para quedar exentos de responsabilidad de uno de los crímenes que más problemas podría traerles.

Poco tiempo después se empezó a hablar de las Bacrim. Grupos criminales nutridos y conformados principalmente por los niños y niñas que el paramilitarismo reclutó forzadamente y formó para la guerra. (Excepto el caso de los Urabeños comandado por un exmiembro del Epl y las Farc).

Como era de esperarse de cualquier ciclo de violencia, hoy las Bacrim son el actor armado que genera más reclutamiento forzado de niñas y niños en Colombia. Están a lo largo del país con una fuerte concentración en el Valle del Cauca, y utilizan, además de las ya conocidas, nuevas formas de reclutamiento, entre las cuales se ha hecho notorio el uso de helados y dulces con marihuana para reclutar menores a través de la adicción. No tienen ideología y por eso en ocasiones las Bacrim y los niños y niñas por ellas reclutados, son puestos al servicio de las Farc o del Eln para cometer atentados específicos.

Sin embargo, el Gobierno no reconoce a las Bacrim como actores del conflicto armado, y por ende, técnicamente lo que hacen no es reclutamiento forzado de niñas y niños. Eso se traduce en que los menores de edad que hacen parte de sus filas o son utilizados para, por ejemplo, realizar actividades de microtráfico, no pueden ser beneficiarios de los programas de desmovilización y atención a la que tiene derecho una víctima de reclutamiento de las Farc y el Eln, sino que deben ser judicializados (según la edad). Al igual que sus captores cuando pertenecieron al paramilitarismo, las niñas y niños de las Bacrim no son beneficiarios de los programas de atención para su regreso a la sociedad.

Lo cierto es que no importa quién sea el que reclute, los menores de edad que son llevados a la guerra inician un ciclo de violencia que no termina si no se toman medidas de fondo. Si no se atiende a las niñas y niños reclutados y se les brinda oportunidades de vida, y si no se concentran todos los esfuerzos en evitar que el reclutamiento continúe, la violencia no dejará de crecer. Las Bacrim son el inicio de un nuevo ciclo de violencia en Colombia, aun más atroz de la que hemos vivido. Una mala desmovilización de las Farc y del Eln sin la atención suficiente a los niños y niñas que de ella provengan será la subienda que esperan las Bacrim para consolidarse. Es indispensable que el Estado concentre sus alertas en las Bacrim y que encuentre la forma de frenar el reclutamiento que ellas realizan a diario. Empezar por reconocer que las Bacrim hacen parte del conflicto y que reclutan y usan niñas y niños para la guerra es la punta del hilo de Ariadna para encontrar la salida de este laberinto.

Si quiere más información:

.