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Por Daniel González Monery
Universidad del Atlántico
Lic. Ciencias Sociales, semestre 8
moneri11@hotmail.com
El mundo se encuentra bajo el signo del coronavirus. La vida pública se ha paralizado y en un número cada vez mayor de países hay toques de queda. Estas medidas son correctas y esenciales para contener el coronavirus y proteger vidas. Sin embargo, estas acciones tienen un vacío: se abstraen de las condiciones de vida de la mayoría de la población mundial. Claro que hay que cuidarse y reducir los efectos negativos de la pandemia.
Sin embargo, en una sociedad tan desigual como la colombiana, estas medidas pueden enviar un mensaje muy duro: se salva el que tiene. Si bien el riesgo de contagio no está asociado directamente a si se es rico o pobre, hay una diferencia en cómo se preparan unos y otros para vivir y enfrentar la amenaza del coronavirus. Y las sociedades desiguales incitan al miedo frente otros.
Por eso es importante establecer, como sociedad, cómo enfrentaremos la crisis. Porque la ola de miedo que ha generado el coronavirus ha exacerbado el individualismo. Así lo anticipó el urbanista italiano Bernardo Secchi, en su ensayo “La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres”, publicado en 2015. Allí señaló que “el miedo desarrolla la intolerancia, rompe la solidaridad y disgrega la sociedad, sustituye la ciudadanía y la virtud cívica”.
De esa idea fuimos testigos cuando vimos que algunos con recursos, en avalancha, arrasaron, primero con el papel higiénico, y luego con otros productos de consumo básico sin importar a quiénes afectaban o dejaban sin posibilidad de acceso.
¿Saldremos de esta pandemia mucho más desiguales, o será una oportunidad para generar un verdadero cambio profundo? En países de Europa y Asia, la crisis pudo generar resquemores, pero está enviando el mensaje de que gobierno y ciudadanía reman juntos. Acá, el riesgo es que superemos la pandemia, pero no los efectos negativos de la desigualdad, ni la desigualdad misma.
Y el débil liderazgo del gobierno nacional no genera muchas esperanzas. Por ahora, la apuesta del Gobierno de Colombia no es clara. Con un coeficiente de Ginni de 0,517, parece apostarle a un paquete de medidas de las que no se tiene claro su verdadero impacto en el tejido social de un país profundamente desigual. Hablamos de vidas humanas, por eso se debe actuar rápidamente y con decisión. Postergar las medidas necesarias, conduce a un empeoramiento de la situación económica y social, incluida la salud.
*Taller de Opinión es un proyecto de
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