<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
Síguenos en:
x
Columnistas | PUBLICADO EL 11 enero 2021

El club de Toby

Por Enrique López Encisoealopezen@gmail.com

De vez en cuando es bueno asomarse a mirar los avances en los estudios de temas que se alejan de las más tradicionales preocupaciones de la economía. De un tiempo para acá es muy dinámica, por ejemplo, la investigación de los orígenes y consecuencias de la brecha que existe entre los ingresos de hombres y mujeres.

Un trabajo reciente es un ejemplo de una aproximación original al tema de género en el mercado laboral. Se muestra con rigor y econometría avanzada, y con el uso de la base de datos de una importante entidad financiera, que la brecha salarial de género se explicaría en buena parte por la forma como los hombres interactúan entre sí. (The old boys’ club: schmoozing and the gender gap, por Cullen y Pérez-Truglia).

Su comportamiento, siempre muy gregario, luce como un atavismo de la infancia, que a mí me recuerda una muy vieja tira cómica estadounidense (La pequeña Lulú), en la cual los niños tenían un club secreto, el club de Toby, que en su lema escrito en la pared de la casita de madera en que se reunían rezaba “No se admiten mujeres”.

En fin, los autores encuentran que la carrera de un trabajador no es un asunto de competencias y méritos profesionales. Lejos de eso, los hombres progresan en las empresas, por lo menos en esta, porque sacan réditos de las formas tradicionales en que los chicos se relacionan, ya sea por medio de su afición al deporte, o en sus encuentros en el bar, después de la oficina para hablar de sus familias o intereses, de forma tal que se rompen las jerarquías y se hacen amistades inesperadas.

En el trabajo se menciona incluso cómo los varones aprovechan las pausas para fumar un cigarrillo o tomar el café como un momento en que pueden afianzar esos lazos, sin connotaciones sexuales como puede ocurrir en las relaciones entre hombres y mujeres. Uno de los ejercicios que se hace provee evidencia firme de la diferencia que existe en la carrera de un empleado fumador dependiendo de si su jefe fuma o no fuma. En el primer caso, el progreso es más rápido que en el segundo. La pausa del cigarrillo crea un vínculo especial, aunque peligroso.

La prueba ácida del trabajo es demostrar que las ventajas de promoción de los hombres son mayores si hay interacciones frecuentes con los jefes y si estos son hombres. El trabajo es muy cuidadoso en mostrar que si se trata de empresas donde hay distancia por razones de la estructura dispersa geográficamente, como por ejemplo en las agencias de viaje o de turismo, las ventajas desaparecen. Lo mismo puede decirse de las prácticas de algunas grandes corporaciones de rotar de forma frecuente sus cargos directivos.

Es impresionante el rigor metodológico y el uso de las mejores técnicas para demostrar que, en cierto sentido, el club de Toby existe. En este caso en el seno de una gran empresa, lo que demuestra que las oficinas son lugares sociales que benefician a los hombres por el tipo de relaciones que establecen en ellas. Se podría pensar, como propuesta de investigación, que en las oficinas hay predadores y presas, con una jerarquía en que triunfa el más fuerte, no necesariamente un hombre

Si quiere más información:

.