viernes
0 y 6
0 y 6
Por Roberto Vélez Vallejo *
www.federaciondecafeteros.org
En un año que retó a la humanidad, la producción de café ha sido tabla de salvación para muchos, un verdadero respiro para la economía del país. No sólo lo demuestran cifras elocuentes, sino testimonios desde las más altas instancias del Gobierno.
Al cierre del año cafetero (octubre 2019-septiembre 2020), el valor de la cosecha alcanzó $8,7 billones, el mayor en 20 años, y se espera que al final del año civil alcance unos $9 billones.
A diferencia de las regalías que obtiene el Estado por la producción de hidrocarburos y minerales, este ingreso cafetero se redistribuye directamente en los más de 600 municipios donde se produce el grano, un auténtico motor de la economía.
Y, por si fuera poco, la recolección de café se convirtió en tabla de salvación para muchas personas que perdieron su fuente principal de ingreso en esta pandemia y encontraron en el café una alternativa.
La producción en el año cafetero alcanzó 14,1 millones de sacos (sexto año consecutivo a estos volúmenes) y el consumo interno creció 15 %, impulsado por el alza en hogares, aunque en tiendas se viera afectado.
Entre enero y septiembre, la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) compró 121 millones de kg de café pergamino seco (cps) por un billón 123.000 millones de pesos, volumen 13 % superior al del mismo periodo de 2019 y pagando al productor 10,4 % más sobre precio base de referencia.
Y en exportaciones de café, la participación de la FNC aumentó de 19 % en septiembre de 2019 a 22,5 % en septiembre 2020.
Qué decir de la fábrica de café liofilizado Buencafé, cuyas ventas a septiembre crecieron 15 % para alcanzar un récord de 10.866 toneladas, que representaron ingresos por más de USD 122 millones. Una verdadera joya de la corona, como se ha dicho en otras ocasiones.
A todo esto, se suman importantes primas de calidad y de sostenibilidad que mejoran sustancialmente el ingreso de los productores, así como cuantiosos recursos invertidos en proyectos de desarrollo en ejes tan diversos como educación, vías terciarias, equidad de género o infraestructura productiva y comunitaria.
Y todo esto fue posible gracias a que, desde el comienzo de la pandemia, la FNC tuvo clara una prioridad: cuidar la vida y la salud de los productores, sus familias y sus colaboradores, con adecuadas y oportunas medidas que incluyeron un protocolo de bioseguridad propio (el primero de un gremio con aval del Ministerio de Salud), la modificación por primera vez en su historia del logo, poniendo tapabocas a Juan Valdez y la mula Conchita, e intensas campañas de difusión y prevención.
Gracias a este esfuerzo colosal, fue posible recoger la cosecha de primer y segundo semestre sin poner en riesgo la salud de las personas, pues apenas 3,62 % de las veredas cafeteras registró alguna infección de covid-19.
De modo que el gremio cafetero no sólo confirmó, una vez más, su capacidad de organización y resiliencia, sino que se creció ante la adversidad como ejemplo para el resto del país y en el mundo, pues su protocolo de bioseguridad fue puesto a disposición de otros países productores.
“Es como un pulmón de nuestra economía”, dijo el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, sobre el sector cafetero. “El país los necesita hoy más que nunca”, afirmó por su parte el ministro de Comercio, Industria y Turismo (MinCIT), José Manuel Restrepo, en abierto reconocimiento a la resiliencia que el gremio ha demostrado históricamente y en la actual pandemia.
“El sector cafetero lo logró, demostró de lo que es capaz”, se congratuló el propio Presidente de la República, Iván Duque, en la clausura del 88 Congreso Nacional de Cafeteros, que por primera vez se realizó de forma virtual en su totalidad.
El café es la esperanza de Colombia.
En este año particularmente difícil, marcado por la pandemia y los muchos estragos que produjo en términos de salud y económicos, el café, con todo el andamiaje institucional que tiene detrás, merece ser postulado como el personaje económico de 2020.
No sólo por los indudables aportes que ha hecho al país, sino porque representa un ejemplo de lo que es posible hacer incluso en las épocas más retadoras para la humanidad.
Cuando se tiene claro el rumbo, es difícil desviar la ruta, por fuerte que sea el vendaval, como ocurrió en este retador 2020. Y si esta ruta se basa en una estrategia clara, es más fácil alcanzar las metas trazadas.
Y algo doblemente meritorio en todo lo logrado hasta ahora por la FNC es que su estrategia de valor está firmemente basada en los pilares económico, social, ambiental y de gobernanza, tal como concibe la sostenibilidad, un concepto que para muchos no pasa de ser un discurso, pero que el gremio cafetero asume con real compromiso y ha rendido frutos.
* Gerente General de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.