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A los ochenta años y una nieta, Emilia, de pocos pañales de nacida, al poeta nadaísta Jotamario la pandemia no le hizo ni cosquillas.
No tiene quejas de la ternura, jura que Dios existe, que Claudia Jaramillo, su mujer, y sus vástagos Salomé y Salvador, son la sal de la tierra, que Villa de Leyva es la versión “boyaca” del paraíso.
Sin más poesía van algunas preguntas y sus respuestas:
¿Feliz ennieteciendo?
Con Emilia Curtis Arbeláez en mis brazos no me cambio por el otro ser más feliz del mundo, si es que existe, ni por el diablo. Es la revancha de mi época existencialista, cuando sufría desmedidamente por la amenaza de la bomba atómica, el infierno que eran los prójimos, la ninguna esperanza sobre la tierra...
¿Ha sido este un buen tiempo para la poesía?
Todos los tiempos son buenos para la poesía, sobre todo los de guerras y pestes y desamores, más que los de paz y salud y romances felices.
¿Es usted ahora una mejor persona que antes del Coronavirus?
Antes del Covid-19 tenía alborotado el virus del Ego que me acompañó toda la vida haciéndome cosechar triunfos de oropel. Con la llegada del Covid acudí a un maestro gnóstico que logró aniquilar mi Ego mayúsculo. Ahora soy perfecto.
¿Fuera de esta pandemia hay salvación?
Como en las ocasiones de supremo peligro, el grito es: Sálvese quien pueda. A morir con las manos limpias cuando lo que habría que limpiar sería la conciencia. Ahora las mujeres se ven más bellas con tapabocas.
¿Estamos ante un castigo de Dios o de los hombres?
Dios no ha tenido velas en este encierro. El Todopoderoso mismo ha sido una víctima más de la más pequeña e infecciosa de las partículas. ¿O por qué cree que está encuarentenado en el cielo? Pues para no contaminar a los ángeles.
¿Se amañó el tiempo que ha tenido las cuatro paredes por cárcel?
Estoy en La montaña mágica, mi residencia campestre con 16 paredes, 2 perros, 7 mil libros y 400 cuadros. Un bar que se llama: “¿Qué tomas man?”, la mujer de mi vida, los hijos de mi cuerpo y la nieta del alma
¿Qué le deja a usted la pandemia?
La sospecha de que el mundo puede acabarse antes que uno.
¿Qué le deja usted a ella?
La seguridad de que tendremos otra humanidad por delante. Más consciente, más cuidadosa, más humanista. Y un nuevo Dios curado de espantos.
¿Su candidato presidencial en la pandemia o después de la pandemia?
El que le trajo la paz a Colombia que la están volviendo chicuca otros virulentos: Humberto De la Calle Lombana.
¿Qué certezas nuevas adquirió?
Que no hay enemigo pequeño. Y que mientras más pequeño el enemigo, más peligroso.
¿Qué certezas perdió?
La de que somos los reyes de la Creación