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Después de muchos meses de masticar el más que variopinto abanico de precandidatos que tienen sus ojos puestos en la Casa de Nariño para suceder a Gustavo Petro, finalmente me decidí por alguien. Votaré por Iván Cepeda para que sea el próximo presidente de Colombia. Dirán que estoy demente, que perdí el juicio, que me volví petrista. Pero no, nada de lo anterior. Los invitó a que lean mis argumentos antes de que me cancelen.
Mi voto es por Cepeda porque estoy seguro de que él sí podrá culminar el sueño de Petro: un modelo educativo tan eficiente como el cubano, donde uno estudia medicina o ingeniería para terminar manejando un taxi con sentido humanista. Tendremos decenas de miles de profesionales con doctorados, muy útiles para conversar con turistas mientras se les da una vueltica por las distintas ciudades del país de la belleza.
Mi voto es por Cepeda porque quiero ver el colapso final de Ecopetrol y el de las empresas de hidrocarburos y de minería. ¿Para qué producir petróleo, gas y metales si con este gobierno nos fue divinamente fortaleciendo el negocio de la cocaína, la minería ilegal, los secuestros y las extorsiones de los grupos criminales?
Votaré por Iván Cepeda porque ninguno de los otros candidatos continuará trabajando en legalizar de una vez por todas la alianza entre el Ejército y los grupos terroristas que hoy son imperio y ley en el país. Quiero que todos los licenciados en educación física de las universidades públicas de Colombia ocupen los cargos más importantes en la dirección de la inteligencia del estado.
Asimismo, mi voto va por Cepeda porque seré feliz viendo cómo todo el aparataje del Estado se va lanza en ristre contra los opositores a modo de demandas y juicios desgastantes e interminables. Las cárceles, que tanto le sirvieron a este gobierno para llegar al poder y consolidarlo, van a empezar a tener lo que más me gusta de Venezuela, El Salvador y Cuba: presos por solo disentir del gobierno. Me gusta esa venganza contra el mundo que parece ser la razón de vida de mi candidato.
Y en este mundo de la posverdad, en el que la mentira viaja más rápido y se adhiere más que la verdad, creo que no habrá nadie como el hoy candidato Cepeda para seguir el camino de Petro y de tantos otros líderes de izquierda del pasado que hicieron de la verdad alterna toda una forma de conducción del Estado. Limpiaremos por fin la imagen de la organización terrorista Farc y convenceremos a los colombianos de que todos los asesinatos, secuestros y violaciones de menores de edad que cometieron fueron un sucio invento de la oligarquía.
Espero que hayan llegado hasta aquí y que haya logrado convencerlos de que Iván Cepeda es el camino que necesita Colombia. Y es que nos demoramos mucho en llegar al fascinante y generoso mundo del socialismo y del comunismo. Pero recordando a Carlos Puebla con Fidel: “se acabó la diversión, llegó Cepeda y mandó a parar”.
