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Los arrebatos del presidente de anuncios que crean expectativas negativas, desalientan la inversión y generan desconfianza, son inconvenientes.
Por Mauricio Perfetti - mauricioperfetti@gmail.com
El Dane publicó recientemente los resultados de crecimiento económico del segundo trimestre del año. Un crecimiento del 0,3% es un preocupante resultado por diversas razones. Este bajo crecimiento se presenta en un contexto de inflación aún por encima del 10,0% y, además, sectores claves de la economía como agricultura, construcción, industria y comercio tienen crecimiento negativo; más grave aún, la demanda interna cae 3,9% y la inversión 24,0%, cifras en comparación con el segundo trimestre del 2022.
Un crecimiento cercano a cero, con una inflación que el mes pasado estuvo por encima de las expectativas del mercado, podría estar mostrando signos de estanflación, lo que llevará a presiones por reducir la tasa de interés para estimular el crecimiento y la inversión, afectando la reducción en inflación. Esa disyuntiva es compleja desde la política monetaria y económica pues conlleva trade offs entre objetivos de estas políticas; sin duda requerirá de un enfoque pragmático y, al mismo tiempo, un urgente plan de reactivación económica para que los sectores clave de la economía vuelvan a crecer.
Esto requiere diseñar planes de choque con instrumentos claros y temporalidad definida. El gobierno debería, por lo menos, darle prioridad a la ejecución del gasto público previsto este año y adelantar programas que reactiven la construcción y las obras civiles; ambos están a la mano del ejecutivo; es decir, se requiere menos discurso y más acción.
Una dificultad para nuevas medidas económicas es que aún no se conoce la cifra de pobreza monetaria de 2022. Inflación y bajo crecimiento, sin duda, afectan con mayor severidad a los hogares más pobres. La política económica debería tener en cuenta esta situación, de tal manera que los instrumentos y programas favorezcan el crecimiento, la inversión, una menor inflación, pero también a los hogares más vulnerables.
Una pregunta fundamental es: ¿por qué si la economía cae en el segundo trimestre de 2023, el empleo no? Una posible respuesta tiene que ver con la mayor presencia de Mipymes en la encuesta de hogares en la que se obtiene la información de empleo, en comparación con la información del sistema de cuentas nacionales que origina la información del PIB. Quizás, al inicio del ciclo de bajo crecimiento, dicho tipo de empresas juegan un rol anticíclico desde el punto de vista de empleo al tener encadenamientos con la economía popular.
Los arrebatos del presidente de anuncios que crean expectativas negativas, desalientan la inversión y generan desconfianza, son inconvenientes, particularmente justo cuando se entregó la cifra del bajo crecimiento. Ejemplo de ello son las advertencias de renegociación del tratado de libre comercio con los Estados Unidos, la pésima idea de volver a los mataderos municipales, la intervención a la administración del Fondo Nacional del Café y la intromisión en la administración de la Federación Nacional de Cafeteros. A comienzos de 2023, los analistas decían que la economía iba bien y no tanto el país; con el pobre crecimiento del segundo trimestre y la persistente caída en las exportaciones ya no puede decirse lo mismo.