Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
El pasado 30 de enero el presidente Petro, en un acto bastante extraño, participó en una marcha en Barranquilla organizada para protestar, supuestamente, por las tarifas de la energía en Colombia. Extraño porque el presidente, asombrosamente, decidió protestar contra su propio gobierno, que es quien es el responsable de regular el sector energético en el país.
El presidente soltó, entre otras, las siguientes perlas: i) las tarifas que se están cobrando en toda Colombia son ilegales y el pueblo no debe dejarse cobrar las mismas; ii) la CREG (la comisión que regula el sector en el país) ha estado integrada por comisionados que vienen de las generadoras, por eso su forma de regular ha estado amañada; iii) la constitución y las leyes ordenan que la tarifa debe reflejar solo los costos para generar el servicio y una ganancia “normal”; iv) las hidroeléctricas tienen costos baratísimos, porque el agua no tiene precio, pero venden a precios de las térmicas a gas.
Estas frases, cargadas de dogma e ideología, tienen un problema aun mayor, y es que son una clara muestra de que el presidente no entiende como funciona el sector eléctrico. Después de dos años y medio de gestión, desafortunadamente el gobierno está creando una crisis inducida por ellos mismos.
Colombia ha gozado de un marco regulatorio para el sector que ha sido calificado como uno de los mejores de la región. Gracias a ese marco regulatorio el país ha vivido un período de mas de 20 años sin apagones significativos, y ha ampliado su cobertura de manera importante, hasta llegar hoy en día a mas del 97% de la población. Claro que este marco regulatorio hay que revisarlo y modernizarlo, sobre todo ahora que múltiples cambios tecnológicos y de hábitos de consumo permiten hacer transacciones más flexibles y formar precios de manera más precisa durante los diferentes momentos del día. La regulación, como lo ha venido haciendo durante los últimos años, tiene que permitir una participación más activa de la demanda.
Los precios, como las señales que son, reflejan el apretón que existe hoy entre oferta y demanda. No hay suficiente energía nueva para atender una demanda que crece a mas del 3% anual, particularmente en la costa atlántica (donde la demanda crece a más del 6%). Y no hay oferta nueva, porque no han entrado plantas de generación nuevas, con costos variables razonables, que permitan generar una energía con menores precios.
A esto se le suma el hecho de que el gobierno no ha sido ágil con el giro de los subsidios a los comercializadores, agudizando un problema físico de falta de energía con uno financiero de falta de plata.
Pero en lugar de ver como se resuelve de fondo la estructura del sector, el gobierno ha preferido lanzar críticas sin fundamento alguno. Crear la crísis es la forma de operar de este gobierno del cambio, sin importar si los problemas se resuelven o no.
