Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
Estación Abrazos, a la que llegan platos y bebidas especiales que demuestran que no somos animales, gente que baila bien y otra que la mira aprendiendo, tíos y tías (lo que incluye primos) que traen regalos (los más importantes, los que han sido hechos por ellos), niños que saben que pasan cosas especiales y esto es alegría, vecinos que saludan y comparten (convivencia), viejos que hablan de las antiguas tradiciones y las viven renovándose ellos mismos, cantores que han hecho de su voz un instrumento y lo lucen, mujeres que se ayudan entre ellas aportando delicias (postres, ensaladas, dulces) a la mesa, hombres que dejan a un lado diferencias y se unen en lo que es común a la vida digna, niños judíos que encienden las velas de la januquiya y saben que sus amigos católicos hacen pesebres bonitos y con otros cristianos comparten el árbol de lucecitas de colores, gordos que dicen que el peso es lo de menos y dietistas que miran de reojo la receta, en fin, en la fiesta nos encontramos con lo mejor de nosotros, con las ideas que pasan por el corazón y se ven más lindas, con el querer que el otro esté bien y el saber que juntos damos pasos más seguros.
Por estos días, buena parte de la humanidad celebra la fiesta de las luces (la que rompe toda oscuridad), la de la claridad y la alegría, invitando a otros porque la luz no es de nadie sino de todos. Esto lo han enseñado el sol y las estrellas.
Así, los cristianos celebran la Navidad, los judíos la Janucá, los ateos admiten las creencias y las tradiciones persisten, pues es con ellas que nos humanizamos.
Y estas tradiciones son fiesta, regocijo, celebración que nos diferencia de otros mamíferos (no se sabe de animales que realicen actos festivos) y a la par nos confrontan: la paz y el encuentro son más poderosos que cualquier enfrentamiento, pues la fiesta es un saber que, abrazados, somos uno.
Una señora decía: cuando llegan las fiestas, machaco los odios y prejuicios, escurro bien las envidias, quemo la codicia y la rabia, y después lavo todo lo que resta para que no quede rastro de mugre ni ningún olor maluco.
Y así, ligera de toda vida triste, le doy entrada a todo lo que es alegre. Por esto no me enfermo y todavía bailo. Otra, que la miraba, anotó: muy guapa vos. La respuesta que recibió fue: no es ninguna guapura, es que ser humana es lo mejor que a uno le pasa. Y entonces lo festejó.
Acotación: sonreír, querer al otro, compartir, es claro que nos hace bien y es la mejor defensa contra el miedo, la soledad y la confusión de un planeta que quiere ser un punto azul en el cielo, así muchos persistan en hacerlo rojo y seco como Marte.
