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Un golpe a la transición energética

Los ingenios azucareros tendrían como compensar esta disminución en producción, destinando la caña que se llevaba a etanol a producir azúcar.

hace 9 horas
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  • Un golpe a la transición energética

Por David Yanovich - opinion@elcolombiano.com.co

Una de las frases más utilizadas por los funcionarios de este gobierno es la de “precios justos”. Muchas de las iniciativas de política pública tienen este concepto como su justificación. La intervención de las tarifas de electricidad, el enorme rezago en el ajuste de la UPC para el sector salud, la arbitraria redefinición de la fórmula de la tasa de usura, todos ejemplos de la ineficaz e inexistente búsqueda de justicia en los precios.

Ahora les dio por modificar la fórmula de los precios de etanol. Este combustible, que se utiliza como mezcla en la gasolina que se usa en Colombia, con el fin de mejorar su calidad y disminuir las emisiones que se producen al quemarlo en motores, hasta ahora ha tenido un precio que se calcula con el precio del azúcar equivalente.

Como la materia prima para producir etanol -la caña- es la misma que se utiliza para el azúcar, pues el precio del etanol refleja el uso principal y sustituto de esa materia prima, lo que garantiza que los productores no tienen incentivos para dejar el mercado desabastecido y permite cumplir con la meta de lograr la mezcla del 10%.

Ahora el gobierno quiere cambiar la fórmula y dejar que el precio interno del etanol se fije con el precio de paridad de importación. Con esto lo que se va a lograr es que el mercado local quede desabastecido por los productores nacionales, y que los colombianos nos veamos obligados a consumir etanol exclusivamente importado.

En principio, tener los precios de un producto equivalente al precio de importación es la forma correcta de garantizar la competitividad para los consumidores locales. Sin embargo, para el caso del etanol, hay que mirar un poco más a fondo este tema.

La razón detrás de esto es simple. El etanol importado que se consume en Colombia viene, en su gran mayoría, de los Estados Unidos, donde este biocombustible tiene como materia prima el maíz. Los productores de maíz en ese país están altamente subsidiados, lo que distorsiona el precio en los mercados internacionales. De esta forma, el etanol importado al país entra con esos subsidios ya aplicados, lo que implica que se presente una competencia desleal entre el etanol con maíz subsidiado y el etanol producido localmente. Esto lo que va a implicar es que la industria local no va a poder producir etanol de manera competitiva, llevando a las plantas existentes a reducir su producción a los mínimos operativos, desabasteciendo el mercado con producto local.

Los ingenios azucareros tendrían como compensar esta disminución en producción, destinando la caña que se llevaba a etanol a producir azúcar. Los productores puros de etanol, sin embargo, no tienen cómo competir.

Es paradójico, por decir lo menos, que un gobierno que ha cacareado hasta el cansancio el tema de la “extinción de la humanidad” por el cambio climático, y que ha saturado su discurso con el tema de la transición energética, ahora decida que el etanol que va consumir Colombia va a ser importado. Bastante incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

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