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Tiburones progresistas

Según el progresismo de este gobierno, todo vale por defender la vida de esta sociedad, incluso arrasar con la vida de otros seres sintientes si eso logra el objetivo.

05 de marzo de 2024
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  • Tiburones progresistas

Por David Yanovich - opinion@elcolombiano.com.co

“No puede pensarse en que es más valiosa la vida de los tiburones que las de las personas. Es un decreto odioso, de gomelos o de los ‘yuppicitos’, dice nuestro presidente Gustavo Petro. Dando una muestra clara de lo que es el racismo, pero por eso decimos que el pueblo se tiene que movilizar”. Y luego el discurso de la ministra de Agricultura, el 13 de febrero en Buenaventura, sigue así: “La aleta de tiburón no deja ver otras discusiones que son más trágicas y profundas... Es una discusión entre dos mundos, el mundo de la ciencia elitista, de quienes van a la universidad y hacen doctorado y van a otro país, contra la vida real y la práctica y el conocimiento heredado”.

No sabemos si esto fue sancionado por el Presidente, pero el análisis desmenuzado de este pronunciamiento de la ministra deja ver bastante de lo que este gobierno considera como progresismo. Que, valga la pena anotar, no es otra cosa que la búsqueda del progreso para una sociedad, una pregunta que en sí misma tiene mucho por analizar y debatir.

Pero volviendo a la frase de la ministra, lo primero que se puede concluir es que es una fanática del relativismo moral y del antropocentrismo (el ser humano es el centro de todo): la vida de las personas es más valiosa que la vida de los tiburones, la ciencia es elitista y va en contra la vida real y el conocimiento heredado. Según el progresismo de este gobierno, todo vale por defender la vida de esta sociedad, incluso arrasar con la vida de otros seres sintientes si eso logra el objetivo. Pero esta afirmación no es absoluta, pues es relativa a quien decide arrasar: si es con base en la ciencia, no vale. Se convierte en odio, gomelería o ‘yuppicismo’. Solo vale si viene de la vida real y la práctica del conocimiento heredado.

Si la ministra es consistente, este argumento debería extenderlo no solo a los tiburones. ¿Cuándo está bien que, por la vida real y la práctica del conocimiento heredado, una persona tome la justicia en sus manos? ¿Las muertes por honor, practicadas en algunas culturas, entonces, son válidas? ¿Alguna muerte, por ser de “conocimiento heredado”, es permitida?

Otro aspecto central de la frase de la ministra es el de la “ciencia elitista”. Eso no sé ni siquiera qué significa. ¿Hay acaso ciencia no elitista? ¿Es que acaso el método científico es elitista y solo lo pueden seguir las élites? ¿Será que la ciencia no se puede aplicar a la vida real y al conocimiento heredado? Y, para colmo, pareciera que para el progresismo, este conocimiento de alguna forma “supera” el conocimiento científico, porque está anclado en la “vida real”.

Es triste ver cómo el petrismo cree que el progreso se logra relativizando la moral y la cultura, acomodando a su parecer acciones y actos que deberían ser absolutos: no matar, no robar, etc. Si en este gobierno existe la coherencia —y eso está por verse—, la relativización de estos conceptos en el caso de las aletas de tiburones, se podría extender a otras discusiones de moralidad en la sociedad. Y ahí entramos en arenas mucho más movedizas y peligrosas. En últimas, parece que el relativismo de este gobierno se reduce al más simple de todos: lo que sirve para mí y mi ideología, es bueno. Todo lo otro, y los otros, son malos, odiosos, gomelos y yuppies. ¡Que viva el progresismo!

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