x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

La importancia del corredor

Los estados tienen el poder de controlar a la sociedad civil a través de las fuerzas de la ley y el monopolio de las armas. Y a su vez la sociedad civil tiene el poder de controlar las fuerzas del estado a través del contrato social.

16 de octubre de 2024
bookmark
  • La importancia del corredor

Por David Yanovich - opinion@elcolombiano.com.co

La semana pasada se anunció que el premio Nobel de Economía fue para Daron Acemoglu y Simon Johnson, de MIT, y a James Robinson, de la Unviersidad de Chicago. Sus investigaciones alrededor del tema de la igualdad entre países y sociedades y las razones detrás de por que algunas naciones prosperan y otras no, les hicieron merecedores de este distinguido galardón.

Acemoglu y Robinson publicaron hace unos años The Narrow Corridor, un fantástico y recomendable libro sobre el estrecho corredor en que se mueven las sociedades prósperas y libres.

Con un modelo sencillo en su explicación, pero enormemente complejo de aplicar, argumentan que mantener ese corredor de progreso y libertad resulta de un delicado balance entre los poderes de los gobiernos y los de la sociedad civil, y dan ejemplos a través de la historia en donde esto ha funcionado y donde no. Los estados tienen el poder de controlar a la sociedad civil a través de las fuerzas de la ley y el monopolio de las armas. Y a su vez la sociedad civil tiene el poder de controlar las fuerzas del estado a través del contrato social, pero siempre con una constante vigilancia, participación democrática, debate y crítica.

Este modelo debería ser de obligatoria revisión en estas épocas donde a nivel mundial se ha dado un giro peligroso al autoritarismo. Lo importante, lo fundamental, es que esta tendencia no se vuelva la norma, a pesar de que se ha exacerbado este fenómeno desde la pandemia.

En Colombia hemos presenciado durante los últimos dos años un presidente al que se le notan cada vez más tintes autoritarios. Engolosinarse con el poder es muy fácil, y hay quienes desde la Casa de Nariño y el Congreso han buscado reformar ciertos aspectos normativos e institucionales que le entregan cada vez más ese poder a lo que quieren que sea un estado omnipotente y omnipresente.

Es aquí en donde la sociedad civil, a través de organizaciones como las universidades, los centros de pensamiento, los gremios y, particularmente, los medios de comunicación, juega un papel fundamental. La información y los datos son los mejores antídotos para levantar el velo de la incertidumbre. Hay que estar vigilantes, atentos y proponer soluciones documentadas y estudiadas, que permitan mantener el delicado balance entre el poder y el rol del estado, por un lado, y la economía de mercado y las libertades individuales, por el otro.

Y aunque en un país tradicionalmente indisciplinado como el nuestro sea difícil la autorregulación, debería ser cada vez mas la norma y menos la excepción. Lo ideal sería tener menos intervenciones del estado y más intervenciones individuales para defender esos pilares fundamentales de un estado de derecho liberal.

Colombia no se distingue por tener un corredor, en palabras de Acemoglu y Robinson, muy amplio, robusto, o fuerte, particularmente en muchas zonas del territorio por fuera de los grandes centros urbanos. No es hora de bajar la guardia en la vigilancia de las actuaciones de unos poderes que por su naturaleza tienden al autoritarismo y la tiranía.

Sigue leyendo

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD