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Donar, regalar, cosas que no usaremos no está mal, lo malo es regalar cosas que no le sirven a la persona que se lo regalamos.
Por Dany Alejandro Hoyos Sucerquia - @AlegandroHoyos
Imagínense que para un proyecto llamado Bibliotecas mágicas que busca promover la pasión por los libros en veredas y colegios públicos, hicimos convocatoria para donación de libros. Fuimos a recoger los libros a una entidad muy prestante y fue mucha nuestra alegría al ver las diez cajas. Pensamos: qué gente tan generosa. ¡Chapó! Sin embargo, cuando abrimos las cajas nos llevamos una sorpresa. La mayoría de los libros eran enciclopedias viejas, libros de procesos de colegio e incluso fotocopias. Sí, así como lo leen, fotocopias. Habíamos dicho que este tipo de textos no nos servían porque imagínense a un niño leyendo un manual empresarial.
Entonces me puse a pensar, —porque a veces pienso—. ¿Qué le pasa por la cabeza a una persona que regala libros en mal estado? Respuesta: necesita desencartarse de la basura. Es real, hay libros que ya son basura, que nadie más leerá. Entonces esas personas para que no les estorbe tanto papel en la casa recogiendo cucarachas pues se deshacen de ellos creyendo que hacen una buena acción. Los donan para acallar su conciencia y decir: «Ay que bueno soy. Dono libros para que otros lean».
Si vamos a regalar algo debe estar en buen estado y procurar que a la persona le sirva. No tenemos que regalar cosas nuevas. Ojalá. Pero qué tal si dejamos esa lógica clasista de: “Lo que a mí no me sirve porque está dañado le puede servir a un pobre”. Me van a decir: estás equivocado. No tiene que ver con clasismo. Les doy un ejemplo: imagínate tu diciéndole a al presidente de tu empresa: Doctor, acá le traje un libro viejo que tenía en la casa para que su hijo lo lea. Pero tal vez al hijo de la empleada del servicio doméstico si pensarías regalárselo.
Así como tenemos micro machismos, también tenemos conductas clasistas, yo las he tenido, todos las hemos tenido. De los mismos creadores de: «El pobre es pobre porque quiere», «La señora que me “ayuda” en la casa», «¿De qué colegio te graduaste?» y tantas otras expresiones de nuestra sociedad clasista. Existe también un pensamiento común: regalar lo que no funciona. «Esto está malo, miremos a ver a quién se lo regalamos, si no botémoslo». Donar, regalar, cosas que no usaremos no está mal, lo malo es regalar cosas que no le sirven a la persona que se lo regalamos.
Así que, si quieren donar libros y aportar a la causa, bienvenidos. Eso sí, se los ruego, no recibimos libros con las portadas malas y llenos de hongos, ni manuales, enciclopedias o fotocopias. No crean, hay gente así. Si tiene mucho papel pues dónenlo a los colegios que tienen planes de reciclaje.
Los invito a seguir la enseñanza de la canción de Fausto, “No se olvide nunca, mijo, que para ser buen hermano, no hay que dar de lo que sobra, sino lo que está faltando”. Me voy que tengo que regalar unos libros viejos. Feliz semana.