Pico y Placa Medellín
viernes
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Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho
La semana pasada se anunció, con pompa, el mega proyecto de la alcaldía de Medellín: un gran parque recreativo y deportivo cuyo protagonista principal será un espacio de “mar y playa” para la ciudad. El anuncio generó, por supuesto, críticas, polémicas y debates interesantes, a la vez que desnudó algunos defectos del alcalde y de su equipo cercano.
En mi opinión, el proyecto es interesante: crear, mejorar y conectar espacios públicos, deportivos y recreativos es una iniciativa pertinente para una ciudad con déficit de espacios para la gente; una ciudad donde, infortunadamente, para muchas familias el único plan de fin de semana es visitar centros comerciales o quedarse en casa viendo televisión. Además, el complejo recreativo y deportivo del Juan Pablo II requiere desde hace años una intervención digna de un equipamiento metropolitano.
El problema estuvo, creo yo, en la comunicación del proyecto y en la pobre reacción defensiva de varias de las personas más cercanas al alcalde. El principal mensaje que dejó la presentación de Federico Gutiérrez fue que “lo único que le faltaba a Medellín era tener mar”, una idea muy corta frente a la realidad de la ciudad, un mensaje superficial que no logra encajar en una visión integral. A esta aparente banalidad se sumaron las respuestas de secretarios y concejales que, en lugar de profundizar en las bondades del proyecto y complementar las palabras del alcalde, se dedicaron a menospreciar y descalificar las críticas con frases y posturas propias de una pelea de colegiales. Afortunadamente, otros funcionarios — menos visibles pero más conocedores— se tomaron el trabajo de hacer lo que los primeros no quisieron: explicar, detallar y responder con altura y respeto.
La alcaldía perdió una linda ocasión de esbozar un relato que mostrara cuáles son sus búsquedas y sus prioridades, y de qué manera estas responden a las necesidades y reclamos de los ciudadanos. Toda gran obra es una oportunidad narrativa, un hito que da forma concreta a una idea de ciudad; en este caso quedó la sensación de improvisación, superficialidad y maltrato hacia los ciudadanos que, con todo derecho, expresaron su desacuerdo y exigieron mejores explicaciones.
El alcalde Federico, que en su momento fue sumamente crítico con el proyecto Parques del Río y que constantemente se queja de las formas irrespetuosas del presidente de la nación, debe recordar —y recordarles a sus subalternos— que su deber es informar, explicar, acoger las críticas y ajustar las iniciativas según las opiniones de ciudadanos y expertos.
Después del anuncio y las polémicas, lo que sigue para los medellinenses es exigir una información más precisa, una veeduría ciudadana a la altura de un proyecto de alto costo, la inclusión de criterios ambientales y sociales de gran impacto, y la corrección de los errores de comunicación y visión que quedaron en evidencia. Mientras tanto, queda abierto el debate público sobre “lo que le hace falta a Medellín”.
A propósito, dos comentarios finales:
• ¿En qué va la obra de Parques del Río Norte? El alcalde siempre dijo que esa zona de la ciudad sería prioritaria en cuanto a proyectos de espacio público.
• El verdadero mar para Medellín está en Urabá, bella región que gracias a los proyectos viales y al nuevo puerto marítimo quedará a cinco horas de la ciudad y va a tener una dinámica industrial y turística sin precedentes. Después hablaremos de eso.