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Para qué caminar

Medellín está atrasada. Aunque ha habido proyectos interesantes, estos son desarticulados y esporádicos, ya que no contamos con una verdadera política pública peatonal.

hace 5 horas
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  • Para qué caminar

Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho

He caminado mucho. En ciudades que no conocía y en barrios que conozco demasiado. He caminado por gusto, por necesidad, por protesta, por soledad o por amor. Caminar me ha salvado más de una vez: me ha calmado, me ha aclarado ideas, me ha devuelto el sentido de lo común. Caminar es un acto hedonista, una experiencia que activa todos los sentidos. Caminar es, de alguna manera, el arte de encontrarse con uno mismo y con los demás.

Los beneficios de caminar están ampliamente documentados. A nivel individual, mejora la salud cardiovascular, reduce el estrés, previene enfermedades mentales y estimula la creatividad. Según la neurociencia, caminar activa el hipocampo y la corteza prefrontal, mejorando la memoria, la atención y el estado de ánimo. A nivel social, caminar favorece el relacionamiento y la interacción al tiempo que promueve el comercio de proximidad y la seguridad barrial. Las calles con más caminantes son más vivas, tienen más identidad y más apropiación; son más nuestras.

Muchas ciudades ya entendieron esto. París ha peatonalizado más de 200 calles y transformado zonas escolares en espacios seguros de juego y sombra. Melbourne rediseñó su centro para dar prioridad a los peatones. El famoso Times Square de Nueva York se convirtió en un espacio exclusivamente peatonal. La calle Madero, en Ciudad de México, se convirtió en un corredor peatonal emblemático y exitoso. Seúl demolió autopistas para crear un gran parque urbano en plena ciudad. Buenos Aires lanzó una estrategia de calles compartidas y peatonales en su centro histórico. Gracias a estas decisiones valientes, caminar se va convirtiendo en el centro de la experiencia urbana.

¿Qué tanto estamos fomentando esa posibilidad en nuestra ciudad? La verdad es que en Medellín la caminata suele ser incómoda, insegura o sencillamente imposible: andenes en mal estado, motos invadiendo las aceras, carros parqueados sobre las cebras, señalización insuficiente, ruidos perturbadores, ausencia de sombra; para el peatón, la ciudad es agresiva y desigual. Cada tres días muere un peatón atropellado. Sin embargo, caminar sigue siendo la forma más usada de moverse: uno de cada cuatro viajes se hace a pie, especialmente en los barrios populares. Caminar es la opción de quienes no tienen otra alternativa, pero también de quienes buscamos vivir la ciudad desde lo cercano, desde lo humano o, simplemente, desde lo lento.

Medellín está atrasada. Aunque ha habido proyectos interesantes, estos son desarticulados y esporádicos, ya que no contamos con una verdadera política pública peatonal. No tenemos una visión futura -clara, ambiciosa y atractiva- de lo que podría ser una Medellín caminable. Necesitamos empezar ya. Mi propuesta es lanzar una gran política basada en cinco proyectos: zonas y rutas peatonales seguras; rutas escolares protegidas; mejoramiento o construcción de cientos de kilómetros de andenes con accesibilidad universal; corredores verdes caminables que permitan recuperar quebradas o calles subutilizadas y conectar parques o equipamientos existentes; y corredores comerciales y culturales con gran calidad ambiental y urbana. Esta política debe tener metas ambiciosas a quince o veinte años: más viajes a pie, menos muertes peatonales, mayor apropiación de espacios públicos, incremento del comercio local.

Caminar es más que moverse de un lado a otro usando los pies. Es una forma de habitar la ciudad. Una ciudad que camina es una ciudad que piensa, siente, crea y cuida; que se da el tiempo y el espacio para encontrarse. La pregunta no es simplemente para qué caminar, sino qué tipo de ciudad queremos caminar.

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