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Columnistas | PUBLICADO EL 13 diciembre 2021

CUÁNTO VALE UNA EMPRESA

Por Josefina Agudelo Trujilloredaccion@elcolombiano.com.co

Una buena práctica en las juntas directivas consiste en realizar avalúos periódicos de sus compañías que les ayuden a validar la eficacia de la estrategia y a verificar si se ha creado o destruido valor para los accionistas. Existen diversos y sofisticados métodos de valoración que utilizan los banqueros de inversión para realizar dichos avalúos; cuentan con profesionales expertos en finanzas y realizan investigaciones sobre el valor de transacciones locales e internacionales de empresas similares. Quiero referirme a tres métodos sencillos para determinar cuánto vale una empresa; los datos son públicos y están al alcance de cualquier persona que quiera opinar con fundamento sobre las recientes OPA por compañías colombianas.

El más básico es el valor intrínseco de la acción; se obtiene dividiendo el valor del patrimonio entre el número de acciones en circulación. Refleja el cuánto es dueña cada acción del patrimonio de la empresa. Bajo normas niff aporta un valor muy cercano a la realidad. El siguiente método es el número de veces ebitda. Se refiere a la capacidad de generación de efectivo que tiene una empresa, el cual se multiplica por un factor que consulta oferta, demanda y riesgo de sector y país. Los administradores trabajamos duro para mantener y mejorar el ebidta, ya que es el corazón de la salud financiera de una empresa. El tercer método es el valor de la acción en el mercado para empresas listadas en la bolsa. Dicho valor se mueve por oferta y demanda y es irracionalmente sensible a factores externos económicos y políticos, así como a especulativos y emocionales de los inversionistas.

Es curioso y contradictorio que el valor de las acciones públicas de las empresas en Colombia sea sustancialmente inferior a su valor intrínseco y a su valoración por veces ebitda. ¿Es posible que los colombianos estemos dejando plata sobre la mesa cuando vendemos nuestras acciones a un precio que no consulta el valor real?

Ahora bien, existe un valor adicional que no tiene indicadores técnicos; me refiero a la capacidad que tienen nuestras empresas de generar capital social. Empleos de calidad, formación de colaboradores y desarrollo de proveedores, contribución al desarrollo de política pública, inversión en ciencia, tecnología e innovación, inversión social a través de fundaciones, además del pago de impuestos y contribuciones para las instituciones del Estado. Personalmente, creo que todas las empresas sostenibles, públicas o privadas, son activos sociales con una capacidad inmensa para generar valor. Tesoros que debemos preservar y promover. Es un despropósito reducirlas a un precio de transacción que fluctúa al vaivén de especulaciones entre la codicia y el miedo. Desde mi perspectiva, un rezago de capitalismo salvaje que se debe revisar.

Si los dueños de las empresas tienen perfil únicamente inversionista, esperan un retorno sobre la inversión basado en dos indicadores: el dividendo y la valorización; se mueven según su costo de oportunidad y apetito de riesgo. Si los dueños son de perfil empresario, reconocen el valor de una empresa en su dimensión social, ambiental y económica; privilegian el servir por encima del ganar. Balancean sus decisiones para satisfacer las necesidades de todos sus públicos de interés. Son conscientes de su protagonismo en la construcción de una mejor sociedad. Por esta razón, Sí importa quiénes son los dueños de las empresas y cuáles sus razones para mantener o transferir la propiedad 

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