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Por DAWN FOSTER
redaccion@elcolombiano.com.co
¿Qué sucede cuando las derrotas “históricas” se vuelven comunes?
Una vez más, la primera ministra Theresa May ha arrastrado a su plan Brexit frente a la Cámara de los Comunes. Una vez más, ha sido derrotada “históricamente”: 242 votos a favor, 391 en contra.
Cuando se trata de Brexit, el único problema que la ha ocupado desde que asumió el cargo en julio de 2016, May es total y absolutamente impotente. Y, sin embargo, su enemigo más peligroso no es una obstinada Unión Europea, ni siquiera el opositor Partido Laborista, sino el ala derecha fanática de su propio Partido Conservador. Sus detractores más crueles la apoyan durante las votaciones en el Parlamento y luego se recorren estudios de radio y televisión denunciándola alegremente el resto del tiempo.
Su última derrota “histórica” fue en enero, cuando un acuerdo casi idéntico detallando los términos de la salida de Gran Bretaña de la unión Europea fue aplastado. Desde entonces, ha demorado una y otra vez para llevar el asunto a una votación, con la esperanza de que algo cambie.
Por un período breve el 12 de marzo, parecía como que fuera a suceder. Tal vez el Brexit finalmente pasaría a su siguiente fase en lugar de estancarse indefinidamente. El 11 de marzo, May se había embarcado en un viaje a Estrasburgo, Francia, la sede del Parlamento Europeo, para pedirles a los europeos suficientes concesiones y garantías para poder persuadir a los conservadores rebeldes de que votaran por una nueva versión del mismo “Acuerdo de retiro” que ellos “históricamente” derrotaron en enero. Esa noche, ella apareció en una conferencia de prensa organizada de prisa con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, anunciando los supuestos cambios, mientras que en Londres uno de sus diputados fue al Parlamento para vender el plan.
¿Eso sería suficiente para conseguir que el débil acuerdo de May fuera aprobado? No. En la tarde del 12 de marzo, su propio fiscal general ofreció su opinión “las “concesiones” no cambiaron la sustancia del acuerdo. Nunca tuvo oportunidad.
En el transcurso de los últimos meses, May había dependido de los temores a un Brexit de “No Acuerdo” para que votaran a favor de su acuerdo. Es como yo diga o el precipicio, había amenazado. Esa fue la estrategia durante meses: Agote el tiempo antes de la fecha límite del 29 de marzo y suponga que el Parlamento (o al menos un número suficiente de sus miembros) se alineará para proteger la economía británica y su propia reputación en lugar de enfrentar el caos económico y la vergüenza política de una salida desordenada.
Pero con sólo 17 días restantes, no está funcionando. Los ‘breexitantes’ aún ven al acuerdo de May como demasiado suave y preferirían salir de Europa con un estrellón, y canibalizar la economía británica sobre los restos. Mientras tanto, el Partido Laborista, sensatamente, no quiere tener nada que ver con la facilitación del Brexit de May: este es un problema de los conservadores, y todas las repercusiones deben ponerse directamente en su puerta. Cada vez más, May ha estado sugiriendo que Brexit podría retrasarse, por quién sabe cuánto tiempo.
En los días que vienen, habrá más votos “históricos” en el Parlamento. Primero, los miembros votarán sobre si quieren abandonar la Unión Europea sin un acuerdo. Afortunadamente, la mayoría tiene suficiente sentido como para votar en contra de eso. El siguiente paso: un voto sobre si Gran Bretaña debería pedirle a la Unión Europea una extensión en cuanto a Brexit.
Pero incluso si hay retraso, es difícil ver qué cambiará. Juncker le ha dicho a May que “no habrá una tercera oportunidad” para renegociar. La política que rodea a Brexit parece estar imposiblemente trancada. Lo cual explica por qué la única opción que tiene sentido en este momento es una nueva elección. Si el Parlamento no puede lograr nada, elijamos uno que sí lo haga.
Es una opción riesgosa. Elecciones generales no pueden realizarse en los siguientes 17 días. Requeriría demorar al Brexit por unos meses. La fecha más concebible para una elección podría ser el 25 de abril. Y May tiene buenas razones para temer los resultados: la última vez que convocó a una elección, en 2017, esperaba ganar un mandato para su política de Brexit y en cambio terminó perdiendo escaños en el Parlamento. Si hay una cosa en la que esta primera ministra es experta es en perder.
Pero ahora el Parlamento está completamente congelado. May no tiene poder ni manera de avanzar, y no queda nada que perder. Ella también puede quemarlo todo y tratar de comenzar de nuevo