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En su ya clásico libro, el profesor e historiador Yuval Noah Harari argumenta, entre otras, dos conceptos que son centrales para entender la dominancia de la especie humana en el mundo hoy. Por un lado, dice que el mejor invento de la humanidad ha sido la religión; no refiriéndose únicamente a la que cree dioses, sino la religión definida como una creencia en unas normas y leyes suprahumanas. Por el otro, argumenta que la colaboración flexible entre diferentes individuos de la especie es lo que ha realmente llevado al homo sapiens a dominar el planeta. Sin colaboración no hay organización ni propósito común, habría anarquía, desorden y caos.
El pilar fundamental para mantener estos dos conceptos como columnas vertebrales del avance societal humano es la confianza. La confianza en una ficción creada por el hombre, en el caso de las religiones, en que las leyes y normas existentes son suprahumanas o naturales, y por consiguiente obligatorias en su cumplimiento. En el caso de la colaboración, hoy en día llega a tal extremo la confianza en el otro que hoy como individuos dependemos todos de los demás para lograr hasta los elementos mas básicos de la vida: la comida, la ropa, la medicina, etc.
La confianza es, entonces, central al desarrollo de la especie y de las sociedades humanas. En parte por eso es que se dice popularmente que la confianza se construye paso a paso, lentamente, pero se pierde en un instante. Y volverla a recuperar, una vez perdida, es tal vez aún mas complejo que construirla desde cero.
Pocas cosas generan más desconfianza que decir una cosa y luego hacer otra distinta a la que se dijo. Y desafortunadamente, a decir por las discusiones que se han dado en las reformas que se están discutiendo en el Congreso, la confianza en lo que se dice y negocia, por un lado, y lo que hace, por el otro, está llenando de dudas las verdaderas intenciones del actual gobierno.
No es sino ver las discusiones alrededor de la reforma a la salud y de las reuniones entre el presidente Petro y el Fiscal en relación con la ley de sometimiento. No hay día que pase en que salga un partido político a decir que el gobierno, y particularmente la ministra Corcho, no está reflejando en los textos de la reforma presentada al Congreso lo que se acordó entre ellos. Se ha reportado que, inclusive, de las 133 proposiciones presentadas a la ponencia ya radicada de la reforma a la salud, menos del 30% de los comentarios se aceptaron. Y por el lado de la ley de sometimiento, no sabe uno a quien creerle cuando sale el Fiscal General después de una reunión con el presidente y el ministro de Justicia en donde manifiesta haber llegado a unos acuerdos que el Ministro niega casi que inmediatamente.
La confianza en que el gobierno va a respetar los acuerdos es cada vez mas tenue. Y si esto genera finalmente una fractura institucional entre el ejecutivo y el legislativo, es posible que se consideren alternativas distintas para tramitar las reformas como al gobierno bien le parezca. Ojalá las instituciones colombianas, las que tanto defendemos y admiramos, estén a la altura de las circunstancias.