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Columnistas | PUBLICADO EL 04 abril 2023

Columpio

Cualquier ciudadano tiene claro que hay problemas de talla mayúscula y que la administración de Daniel Quintero ha sido un acelerador de ellos.

Columpio
Por Juan David Ramírez Correa - columnasioque@gmail.com
Infográfico

En Medellín las cosas llegaron a límites. Hoy somos una especie de laboratorio de todo lo malo que puede pasar. Cualquier ciudadano tiene claro que hay problemas de talla mayúscula y que la administración de Daniel Quintero ha sido un acelerador de ellos.

Hay problemas con la prostitución, la extorsión, la delincuencia común; la infraestructura y el ornato de la ciudad son un desastre, los órganos de gobierno y las entidades públicas están coaptadas por la sordidez y los manejos oscuros, el nepotismo quinterista en el que figuran la esposa y los primos, demuestra unas ganas de poder pasadas, y ni se diga la animadversión y la tirria demostrada contra el sector empresarial en detrimento de miles que logran su sustento trabajando para estas compañías.

¿Interés por cuidar los recursos públicos pagados con los impuestos de la gente? Inexistente. Piense en los presuntos actos de corrupción con los recursos de Buen Comienzo.

¿Ganas de sacar adelante obras para el progreso de la ciudad? Pocas. Muchas con las que inflan pecho vienen de tiempo atrás y las prometidas, o no van a desarrollarse o están bajo atrasos. Se vislumbran promesas a incumplir.

¿Cuidar la vida? ¡Olvídese!

Préstele entonces atención a esto.

Juan Manuel Bernal tenía 13 años. Falleció porque le cayó encima un columpio de un parque público en el barrio Belalcázar. Una tragedia dolorosa, que se hace absurda en demasía con la lavada de manos de la Alcaldía sobre la responsabilidad existente.

Dijo el alcalde en Twitter que todo fue culpa de vándalos que “arrancaron” la estructura de la base y la movieron a otro lugar. Un sofisma de distracción para evadir una evidente responsabilidad. Sebastián, el hermano de Juan Manuel desmintió ante medios de comunicación al alcalde. “Es falso que hace poco le hicieron mantenimiento al parque, ellos quieren ocultar la verdad”, dijo.

¿Le creemos a una persona que, con la sinceridad a flor de piel y el dolor de haber perdido de la forma más boba a su hermano, dice lo que es o a un alcalde que lo único que quiere es mostrar su verdad acomodada?

La respuesta es obvia. Reseñan los medios de comunicación que la Junta de Acción Comunal del barrio le entregó al alcalde en agosto del año pasado una carta con solicitudes para mejorar el barrio, incluyendo, por supuesto los arreglos de lo juegos y atracciones del parque. La carta la pusieron en sus manos y hoy quizás reposa sin leer en algún escritorio, si es que no se fue a una basura.

Pero se necesitó un muerto para actuar. Después de lo sucedido, le echaron una mano de pintura al parque y arreglaron los jueguitos. Así es que debería haber encontrado Juan Manuel el parque.

Disimular es un arte que algunos dominan a pesar de lo evidente. Esta administración subestima la inteligencia de la ciudadanía, cree que no nos damos cuenta de las cosas. Basta con ver de aquí en adelante un columpio para entender lo que está pasando. ¿Vamos a seguir así?

Juan David Ramírez Correa

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