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Hace 45 años, Luis Carlos Galán, desde las trincheras del Nuevo Liberalismo y arropado por Carlos Lleras Restrepo, lanzaba reflexiones y propuestas como estas: cada día somos menos libres en la Colombia contemporánea. La sociedad está dominada por una verdadera oligarquía política que controla las corporaciones públicas y ha convertido la administración del Estado en un botín que se reparte después de cada elección.
El liberalismo dejó de ser el partido del pueblo. Se quedó anclado en la burocracia y renunció a reinterpretar, en cada época de la nación, la filosofía liberal. La reforma agraria y con ella la modernización del agro, no llegará si el pueblo y los campesinos no se organizan para conseguirla.
Estas y otras tantas ideas de Galán, están recopiladas en sus discursos y en los 40 documentos del Nuevo Liberalismo. Varias de sus tesis, aunque se quedaron huérfanas, siguen vigentes.
Los discursos de Petro presidente recogen muchas de las ideas liberales huérfanas del siglo pasado. Esto para mí es una buena noticia. La mala noticia es que los discursos de Galán, sobre todo a finales de los 80, generaban esperanza y confianza. En cambio los de Petro presidente están generando todo lo contrario: miedo y preocupación, inclusive teniendo en cuenta que, con algunos matices, los de Galán eran más radicales y progresistas. Entonces ¿por qué el miedo y la preocupación? Por muchas razones. Resalto solo tres.
La primera. Han pasado 45 años. Con más luces que sombras, Colombia hoy es un país mucho mejor. La segunda. La violencia, el populismo, el fanatismo, el odio, y ciertas tormentas perfectas, cambiaron la narrativa de los problemas y el tono de las soluciones. La tercera. Pareciera que el miedo no es tanto por el discurso sino por quién lo pronuncia.
Colombia tiene una oportunidad de oro para hacer una transición, que reinterprete los tiempos y las necesidades que demandan los colombianos y desarrolle por fin la agenda inconclusa del siglo pasado.
Soy un convencido de que la agenda de las transformaciones es vital y urgente. Desperdiciar esta oportunidad y repetir la historia de la patria boba, la historia de la regeneración y catástrofe, la historia del 9 de abril o cualquier otra historia tóxica, es aceptar, como dijo el presidente desde España, que estamos al comienzo de los tiempos de la extinción. ¿Qué hacer entonces?
Primero. Hacer lo que Petro ha propuesto desde España. Ha dicho que todo progresismo debe basarse en la ciencia y que la ciencia nos puede conducir a un mejor camino. Perfecto presidente, ahí está la bisagra y la clave del cambio. Se llama ciencia. Eureka. Chao fanatismos, chao violencia, chao miedo, chao posverdad, chao partidos que parten y dividen. Bienvenida la ciencia.
Segundo. Conversar. De la mano de la ciencia, con pasión, método y disciplina, conversar para elegir el qué y el cómo de la agenda del cambio, en democracia y bajo la constitución del 91.Emulando a Rafael Núñez, en los albores de 1885, en vez de gritar regeneración o catástrofe, yo gritaría desde el balcón, ciencia o catástrofe.