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Columnistas | PUBLICADO EL 17 julio 2022

China limpia sus cielos

Para reemplazar al carbón, el gobierno chino aumentó la generación de fuentes renovables como la energía solar y la eólica. Estas representan la cuarta parte del total de la generación eléctrica.

Por Juan José Hoyos - redaccion@elcolombiano.com.co

China ha logrado una especie de milagro: en solo siete años redujo a casi la mitad la contaminación del aire en sus principales ciudades. Esta es la mayor reducción de partículas dañinas en la atmósfera alcanzada por un país en un periodo tan corto.

La noticia fue difundida por el Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago en un estudio sobre la polución en las principales ciudades del mundo basado en mediciones satelitales.

Según el informe, entre 2013 y 2020, China puso en marcha un plan de acción de calidad del aire para reducir la polución un 35 % en los primeros cuatro años. Luego lo amplió tres años más hasta alcanzar una reducción del 40 % en 2020.

La medida más drástica fue la reducción de la dependencia del carbón en la producción de energía. Para lograrlo, el gobierno prohibió la construcción de nuevas plantas de carbón en las ciudades y regiones más contaminadas. También obligó a las plantas existentes a reducir sus emisiones o a reconvertirse al gas natural.

El año clave fue 2017, cuando se clausuraron 27 minas de carbón en la provincia de Shanxi, la mayor productora de este mineral en China.

En 2018 fue cerrada la última planta de carbón en Pekín. Ese mismo año el gobierno chino canceló los planes de construcción de otras 103 plantas.

Hoy el carbón sigue siendo la principal fuente de electricidad, pero entre 2013 y 2020 su producción ha bajado más de un 10 %.

Para reemplazar al carbón, el gobierno ha aumentado la generación de fuentes renovables, como la energía solar y la eólica. En 2017, estas representaban la cuarta parte del total de la generación eléctrica.

También se reforzó la capacidad de generación con veinte nuevas plantas nucleares construidas en los últimos cuatro años.

Otras medidas fueron la imposición de nuevos límites de contaminación a los automóviles con motores de combustión. Aunque el total del parque automotor siguió creciendo y se duplicó entre 2013 y 2016, a finales de 2017 el gobierno elevó los estándares de calidad de los motores y suspendió la producción de 553 modelos de vehículos locales y extranjeros que contaminaban demasiado. También redujo en 115 millones de toneladas la producción de hierro y acero.

El estudio de la Universidad de Chicago dice que en Shanghái las partículas perjudiciales para la salud en el aire rebajaron un 44 %; en Guangzhou, un 50 %; en Shenzen, un 49 %, y en Pekín, un 56 %. Aun así, muchas ciudades chinas siguen teniendo índices de contaminación más altos que Nueva York, Londres, Madrid o Ciudad de México.

El caso de China confirma que, aunque la humanidad enfrenta graves problemas para atender sus necesidades de energía, cuando se lo propone, también es capaz de hallar grandes soluciones.

Hay varios ejemplos. Uno de ellos es el de la gasolina con plomo. Durante décadas, la humanidad utilizó la gasolina con plomo como combustible para ayudar a que esta se quemara de manera más eficiente. Sin embargo, esto provocaba la liberación de partículas de ese metal a través de los escapes de los vehículos, lo que generaba problemas de salud, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Los países desarrollados prohibieron su uso desde la década de 1980 en adelante. Hoy está prohibida en todo el mundo.

Otro ejemplo es el de la lluvia ácida causada por las nubes de dióxido de azufre de las centrales eléctricas que queman carbón. Estas viajan largas distancias en el aire y regresan a la Tierra en forma de lluvia ácida. Ahora, en Europa y América del Norte, este es un problema del pasado, aunque sigue vigente en otros lugares del mundo.

Ojalá se extienda el ejemplo chino. Adiós al carbón y al petróleo. ¡Bienvenidos los cielos limpios! 

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