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Las imágenes eran dantescas. Los soldados caídos en el suelo mientras sus compañeros seguían tocando. Por norma, tienen prohibido la interrupción. Por norma tienen la orden de no inmutarse, de ser inhumanos y de practicar la desidia.
Por Juan Carlos Manrique - jcmanriq@gmail.com
Londres acoge este fin de semana, como todos los junios de cada año, el Trooping the Colour. El gran desfile militar con el que se celebra oficialmente el cumpleaños del rey de turno. Este año, con una duración de tres horas, se celebrarán los 75 años de Carlos III. Una tradición que data de 1748. Es uno de los eventos más coloridos, vistosos, alegres y esperados. 1.500 soldados, 300 caballos y 400 músicos. Toda una puesta en escena.
El pasado fin de semana, mientras el Príncipe Guillermo pasaba revista al ensayo, varios soldados se desmayaron debido al terrible calor. Pero cómo no se van a desmayar. En plena ola de un calor infernal, a más de 30 grados de temperatura los soldados portan los famosos sombreros negros elaborados en piel de oso negro canadiense. Cada sombrero tiene una altura de 46 cm y pesa alrededor 800 gr.
Las imágenes eran dantescas. Los soldados caídos en el suelo mientras sus compañeros seguían tocando. Por norma, tienen prohibido la interrupción. Por norma tienen la orden de no inmutarse, de ser inhumanos y de practicar la desidia. El soldado que se acaba de desmayar puede estar sufriendo un accidente de alto riesgo para su salud. Esto no importa. Lo que importa es el protocolo. Por Dios santo. Lo que debería exigir el protocolo, la tradición y la lógica, es que todos paren de tocar, de desfilar, de ensayar o de lo que sea, y asistan a su compañero. Lo que debería ordenar el protocolo, es que dejen de normalizar lo que atenta contra la dignidad de un ser humano. Los soldados, increíble que haya que recordarlo, son seres humanos iguales al rey o al príncipe.
El Príncipe Guillermo agradeció en Twitter: “Muchas gracias a todos los soldados que participaron en Colonel’s Review esta mañana en medio del calor. Condiciones difíciles, pero todos ustedes hicieron un muy buen trabajo. Gracias. W”. ¿Cómo así que gracias?
Uno de los signos más potentes y distintivos de porqué la humanidad es mejor hoy que ayer, ha sido la capacidad de cada generación para dejar de normalizar lo que aparentemente es normal. Gracias a esto, tiene sentido que la humanidad se llame civilización, porque avanza en ser profundamente más culta, más humana. Sobran los ejemplos.
Entonces, son inaceptable estas imágenes en pleno siglo XXI en un país maravilloso donde han brotado grandes movimientos que han mejorado notablemente nuestra civilización. Es que es la tierra de los Beatles.
Será que Carlos III, autoproclamado defensor de la ecología, del medio ambiente y de los derechos humanos, tendrá un discurso sobre el sufrimiento de los soldados caídos soportando el peso de un sombrero hecho en piel de oso, ante la indiferencia de todos. O será el rey del silencio.
En su libro Armonía, Carlos III hizo un llamado a la revolución, pues la tierra está en peligro. No solo la tierra, los soldados de la guardia real también y los osos canadienses, por supuesto. Normalizar que un ser humano esté riesgo y los demás sigan tocando, no debería ser una tradición.