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La ultraderecha italiana ha sorprendido a propios y extraños con una propuesta de ley llamativa. Se trata del llamado “bono de matrimonio” una ayuda por hasta 20.000 euros para aquellas parejas menores de 35 años que quieran casarse por la iglesia. En vista de que cada vez son menos los que quieren pasar por el altar, esta es la ocurrencia que han tenido. O sea, si no hay fe para poner en práctica uno de los sacramentos más importantes de la iglesia católica, se les da su empujoncito económico a ver si recuperan el fervor. Algo que le costaría al Estado la baratija de 120 millones del euros del presupuesto del 2023.
Claro que la oferta tiene su truco: los novios deben tener nacionalidad italiana desde hace por lo menos 10 años, han de casarse en iglesias italianas y deben ser heterosexuales. De entrada, algo bastante complejo de asimilar en un Estado laico como el de Italia. Tan difícil, que no solo ministros del actual gobierno han rechazado la idea, sino que la propia iglesia católica se ha opuesto rotundamente porque dice que esto es mercantilizar el sacramento. E incluso ha dicho que si el Estado quiere ayudar a las familias, que lo haga pero a todas, no solo a las que profesan esta fe.
Como esta, se pueden contar por decenas las propuestas que anhelan ser aprobadas en Italia, país en donde está tan fragmentada y dispersa la sociedad que cada quien pretende volver ley su muy particular punto de vista sobre cualquier tema y convirtiendo la política en algo totalmente impredecible, con lo cual es imposible concretar planes a mediano plazo, ya ni hablar a largo.
Y es que hay realidades de Italia que no se pueden negar. Como el hecho de que en menos de 80 años, haya tenido 70 gobiernos diferentes. Todo producto de una constante inestabilidad política debida a a la cantidad de partidos que surgen y desaparecen constantemente y que no tienen ideologías en común, al transfuguismo que hace que los políticos cambien de partido como cambian de camisa, y a su compleja estructura de república parlamentaria en la que se eligen 630 diputados y 315 senadores. Pareciera que tanta representación perjudica seriamente la dirección del país.
En ese escenario, ideas como esta de intentar recuperar católicos a punta de ayudas económicas pueden llegar a ser consideradas por algunos que tal vez no han entendido lo que significa realmente la espiritualidad. El solo hecho de que contemplen la posibilidad de presentarla como propuesta de ley refleja una distorsión severa de valores. Si esta es la respuesta que pueden dar al hecho de que cada vez más jóvenes prefieren casarse por lo civil debido a que es menos costoso que un matrimonio por la iglesia, entonces bien vale la pena hacer una revisión interior. ¿Sí será que lo más importante de este acto son el vestido, las flores, el maquillaje, la música y la comida? Luego dicen que hay crisis en la juventud, cuando el mensaje que se les está enviando es que el dinero puede comprar hasta la fe