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USA: “China va contra el mundo”

Las tierras raras son un obstáculo para que las negociaciones comerciales entre China y EE. UU. avancen.

hace 2 horas
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  • USA: “China va contra el mundo”

Por Beatriz de Majo - beatrizdemajo@gmail.com

La lapidaria afirmación fue de Scott Bessent, Secretario del Tesoro de Estados Unidos. Y continuó: “China ha apuntado con una bazuca a las cadenas de suministro y a la base industrial de todo el mundo libre y no vamos a permitirlo”. Se refería a las amenazas de restricciones anunciadas por el gobierno de Pekín al otorgamiento de licencias a terceros para la exportación de tierras raras.

China ha tomado conciencia de la forma en que las tierras raras de que dispone dentro de su geografía se han convertido en elemento de presión determinante para lograr una posición de ventaja en la guerra comercial que protagonizan con EE. UU. La medida no solo obstaculizaría la venta de estos materiales a la primera potencia planetaria. Impactaría al mundo convirtiéndola en instrumento perturbador de la actividad industrial global.

China se encuentra cómoda en torno a este tema crucial para los americanos y para el resto del mundo, no por su valor económico sino por la importancia estratégica. Las tierras raras revisten un valor económico deleznable para China —el valor de sus exportaciones no alcanza al 0,1% de su PIB— pero sí comportan una gigantesca ventaja negociadora. Su capacidad de perturbación de las cadenas de suministro y su elevada incidencia global en la fabricación de un sinfín de productos con componente tecnológicos como los militares, energías solares, vehículos y los teléfonos inteligentes en general, convierten a las tierras raras en factores de presión cruciales.

Por ello, este tema se erige en un fuerte obstáculo para que las negociaciones comerciales entre los dos grandes países avancen. Tanto Pekín como Washington le agregan decibeles a la diatriba de preparar el ambiente, cada uno a su favor, para el encuentro cumbre que tendrá lugar esta semana y que ocurre cuando apenas faltan días para que la tregua comercial entre ambos llegue a su fin.

Los Estados Unidos también tienen en la manga cartas de calibre para presionar a China por una nueva tregua comercial, porque las exportaciones chinas a su contraparte estadounidense, en el último año, se redujeron cerca de 30%, representando un daño considerable para la economía del gigante asiático. Estados Unidos compran de China poco más de 10% de sus exportaciones y Trump puede golpearlas con aranceles por encima del 100% o bien colocar en su lista negra a empresas chinas de gran talla. Un embate de este porte a las empresas no lo podrían resistir.

La coyuntura para los chinos no es buena: una demanda interna deprimida y resiliente al lado de una sobre capacidad industrial que debe ser exportada. Una guerra en la que China pueda mostrarse ante el mundo como ganadora no le evita serísimos problemas internos al timonel Xi. El líder no puede permitirse el lujo de asumir una posición pasiva mientras aquilata al contendor. Su nueva estrategia es la de actuar y las tierras raras siguen siendo un arma poderosísima.

Hay cosas positivas en el ambiente del encuentro cumbre. La situación es tan compleja para los dos lados que sigue existiendo una buena disposición a la negociación. Así lo señaló hace horas Scott Bessent.

Del lado asiático son proclives al entendimiento porque son creyentes fervientes del adagio que reza que “más vale un mal arreglo que un buen pleito”. Y del lado americano, porque esta batalla comercial, en la realidad, la han estado ganando los chinos.

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