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Las tres cualidades del político: pasión, mesura y sentido de responsabilidad.
Por Armando Estrada Villa - opinion@elcolombiano.com.co
Esta columna no se ocupa de los sucesos políticos de la actualidad, ni pretende indicar a los lectores la línea política que deben seguir en esta coyuntura, ni qué candidato apoyar, sino que analiza cualidades que debieran tener quienes compiten por el poder en las próximas elecciones y así ofrecer análisis y no recomendaciones para un respaldo político. Y me baso para ello en el libro de Max Weber La política como profesión, donde se ocupa del tema, y que para abordarlo formulo varias preguntas: ¿Qué cualidades debe tener el político? ¿Qué fines o propósitos deben orientar sus actos? ¿Con qué principios éticos debe desarrollar sus tareas? ¿Qué comportamiento debe evitar?
Las tres cualidades para el político son: pasión, sentido de responsabilidad y mesura. La pasión es la fuerza que impulsa la entrega a una causa, el compromiso ferviente por alcanzar objetivos y el acicate para luchar por llegar al poder. El sentido de responsabilidad es, en concepto de Weber, “la estrella que guie la acción de manera determinante”, respecto a la causa que se defiende, lo que implica que el político se responsabilice de consecuencias de sus decisiones y acciones, actuando conforme con la ética de la responsabilidad, en lugar de esconderse detrás de otros o de la mala gestión de la burocracia.
La mesura, cualidad que algunos traductores denominan sentido de la distancia, permite tener la distancia emocional para mantener la calma y la prudencia y no dejarse llevar por impulsos, con el fin de tomar decisiones racionales y evitar que la política se desvíe de lo que realmente importa debido a una pasión exagerada. Puede entenderse como la capacidad de dejar que la realidad actúe sobre el político y éste proceda con serenidad y recogimiento interior, por lo que requiere distancia respecto a las cosas y a las personas.
En materia de los fines que persigue el político con su actividad, Weber distingue entre vivir para la política y vivir de la política, siendo los que viven para la política aquellos que la ejercen por vocación, motivados por convicciones, aunque también pueden honestamente vivir de ella y viven de la política quienes la ejercen principalmente como fuente constante de ingresos, lo cual puede conducir a buscar el poder por el poder mismo y ser fuente de corrupción.
Weber sostiene que el político debe desempeñarse siempre bajo preceptos de ética, que separa en dos: ética de la convicción y ética de la responsabilidad. Bajo la ética de la convicción el político obra de acuerdo con principios morales o ideológicos, sin considerar consecuencias prácticas de sus actuaciones; en tanto que bajo la ética de la responsabilidad el político tiene en cuenta consecuencias prácticas de sus actos aceptando la responsabilidad por los mismos, pues obliga al político a calcular y prever los resultados de sus acciones con todas sus consecuencias. Estas éticas no están en una oposición absoluta, sino que son complementarias y solo juntas hacen el auténtico político por vocación. La vanidad es el comportamiento que lleva al político a considerar ponerse en primer plano, a fanfarronear con el poder que ostenta y a manifestar complacencia en el sentimiento de poder. Ante esta extendida y dañina conducta, Weber manifiesta que “el político tiene que vencer en sí mismo, día a día y hora a hora” el enemigo trivial y humano de la vanidad.
Colombia urge políticos que se comprometan apasionadamente con sus ideas y la causa que defienden, asuman consecuencias de sus acciones, mantengan la prudencia para gobernar o legislar, hagan política guiados por la ética con ánimo de defender el interés general y venzan la vanidad. Así, políticos que reúnan estas condiciones bien merecen el voto.