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La ecociudad que pretende el alcalde Daniel Quintero, ¿ya planteó una meta de siembra de árboles? Porque en la administración anterior, a pesar del déficit detectado de 700.000 árboles en 2016, solo se habían plantado en suelo urbano 71.250 árboles, según expresó Sergio Orozco, entonces secretario de Medio Ambiente a EL COLOMBIANO, el 20 de septiembre de 2019. En ese mismo informe se asegura que en el cuatrienio se sembraron 867.000 árboles en el Área Metropolitana y 396.000 en Medellín (o sea que la mayoría fueron en área rural).
En este momento de crisis se necesitan árboles en el área urbana para mitigar el calor y combatir la polución que nos está matando. Hay mucho cemento en la ciudad que se podría reemplazar por verde y por arboledas, ¿cuántos metros cuadrados de cemento tiene el parque San Antonio? Sí, verdaderamente el problema es que hay poco espacio para los árboles en Medellín. Los gobernantes de esta ciudad en los últimos 50 años se han doblegado ante los adoradores del cemento, y han sido incapaces de exigir compensación verde y arbórea, eficaz, que aplaque los males de la construcción descontrolada.
Pero el problema, realmente, se bifurca en dos: masacres arbóreas que dan paso a la infraestructura que después se amortigua sembrando cualquier cosa en macetas, “las compensaciones por talas se hacen con chamizos y estos no prosperan”, dijo en septiembre del año pasado, para este medio, Natalia Restrepo, integrante del colectivo Túnel Verde. Y la destrucción de los ciudadanos que no colaboran para cuidar los árboles adultos o recién sembrados, pero después se quejan de las islas de calor cuando no encuentran la sombra de un árbol para descansar o guarecer el carro.
Hay colectivos ciudadanos que se dedican a sembrar árboles, y el pasado año electoral sí que se dedicaron a ello; pero los sembraron para la foto. ¿Qué cuidado y seguimiento hacen de ellos? Son esfuerzos divinos para el momento pero poco eficaces para lo esperado.
En la Medellín futuro que plantea Daniel Quintero (la frase es de Ricardo Olano y Carlos E. Restrepo en 1913), se necesitará mucha imaginación (para cambiar zonas duras por zonas verdes), mano firme (para que los constructores realicen verdaderas compensaciones después del daño ambiental que dejan sus megaobras) y educación (con los maleducados ciudadanos para que aprendan a cuidar los árboles que tanto reclaman) .