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La “vaca” ¿tiene la culpa?

Ignoran las tropas de asalto petrista que las “vacas” son las voces represadas de un pueblo que quiere emanciparse de tantos maltratos y desafíos de un Jefe de Estado mesiánico y vanidoso.

03 de abril de 2024
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  • La “vaca” ¿tiene la culpa?
  • La “vaca” ¿tiene la culpa?

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Circula la especie de que es tal la obsesión de Petro para sabotear la solidaridad antioqueña, que busca por todos los vericuetos del Código Penal artículos ponzoñosos para envenenar la vaca que ceba en los pastos de la montaña paisa.

Su animadversión contra Antioquia no da tregua. Le pidió al gobernador Andrés Julián Rendón que suspendiera la cuenta de la “vaca”, engordada a través de donaciones para sumar el billón de pesos requeridos para terminar las vías 4G, que el Gobierno central se niega a girar. El gobernador, con gran carácter y valor, le expresó que seguía adelante en su propósito de arbitrar los recursos porque ellos representaban el civismo y la autenticidad de un pueblo libre que obra con propósitos definidos de desarrollo.

Sorprendido el régimen populista por la entereza del gobernante paisa, redobla el negativismo –su estado de alma– para caer en gavilla con sus ideologizados peones. Mira con temor cómo el ejemplo de Antioquia se reproduce por algunas zonas del país. Politiza y estigmatiza la protesta que es sana y justificable como forma de protegerse las regiones del maltrato centralista, sistema que cada vez demuestra su inequidad perversa, máxime cuando está bajo la dirección de un Jefe de Estado revanchista y apocalíptico. Ignoran las tropas de asalto petrista que las “vacas” son las voces represadas de un pueblo que quiere emanciparse de tantos maltratos y desafíos de un Jefe de Estado mesiánico y vanidoso.

El gobernador no ha caído en la trampa de responder a sus detractores con la misma dosis de agravios que salen de las bodegas venenosas del régimen populista. Sigue valerosamente actuando en derecho y en deber en su empeño reivindicatorio, que se riega como semilla por tanta tierra abonada de regiones dentro del cercado colombiano.

El presidente persiste en sus ataques. Pelea con todos y contra todos. No construye sino que destruye. Poco le importa que su imagen nacional e internacional se vaya al suelo y que consultoras internacionales de opinión pública –como CB Consultores, de Argentina– dejen su imagen tan deplorablemente deteriorada que supera a la de Maduro, el autócrata venezolano.

Desesperado por comer carne vacuna, recurre a la Fiscalía para que, como perro de caza, atrape a la “vaca” sindicándola de engordar su panza con aportes de dudosa procedencia. Ignora que esas contribuciones tienen todos los controles morales y legales para garantizar el blindaje que previene de la penetración de sospechosas donaciones. Controles que no parece hubiera tenido la tesorería de su campaña presidencial, según se desprende de las denuncias que reposan en la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes.

Antioquia está a la expectativa sobre lo que será la próxima carta envenenada petrista, comportamiento mañoso muy usual de los hombres-estorbo, especializados en ponerle día a día, palos a las ruedas del desarrollo regional.

Creer que “la vaca” tiene la culpa, cuando esta solo sirve de alcancía/protesta para que la región sume recursos que afronten con dignidad las consecuencias del maltrato ejercido por el poder central, es una suposición tan absurda como de mala leche.

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