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Columnistas | PUBLICADO EL 09 febrero 2022

¿Activismo o periodismo?

Por Ana Cristina Restrepo Jiménez - redaccion@elcolombiano.com.co

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“Activista” es, tal vez, la “ofensa” más frecuente contra los periodistas... pero ¿será que sí es un insulto?

Javier Darío Restrepo reflexionó para la Fundación Nuevo Periodismo: “Lo suyo [del buen periodismo] es la información y no la propaganda. Sobre derechos humanos, por ejemplo, una creíble y completa información motiva más eficazmente que el discurso, el sermón o la exposición académica sobre el tema”.

Elegir y jerarquizar acontecimientos para informar u opinar son ejercicios de la subjetividad. La adhesión moral con base en hechos verificados, lo cual corresponde a un nivel superior al mero trazo de la agenda informativa, es lo que algunos tienden a señalar como “activismo”.

¿Activismo contra periodismo?

El 27 de febrero de 1998, las lágrimas de tres de mis colegas en la sala de redacción de EL COLOMBIANO fueron mi primera respuesta a ese interrogante: el asesinato —anunciado— del abogado Jesús María Valle no daba lugar a la neutralidad. La indignación y la rabia movilizan búsquedas y conquistas sociales: el periodismo no tiene por qué ser ajeno.

Dos de los ensayos más célebres sobre el juicio de Adolf Eichmann fueron escritos por mujeres: una filósofa, Hanna Arendt (“Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal”), y una corresponsal de guerra, Martha Gellhorn (“Eichmann y la conciencia privada”).

En aquella pieza clave de la historia del periodismo, publicada en The Atlantic (en https://bit.ly/3J55pj6), Gellhorn le apuesta a la introspección: “Consideramos a este hombre, y todo lo que representa, con temor justificado. Pertenecemos a la misma especie. ¿Puede la raza humana, en cualquier momento y en cualquier lugar, vomitar a otros como él? ¿Por qué no? Adolf Eichmann es la más terrible advertencia para todos nosotros. Es una advertencia para cuidar nuestras almas; negarnos por completo y para siempre a ser leales sin cuestionar, obedecer órdenes en silencio, gritar consignas. Es una advertencia de que la conciencia privada es la última y única protección del mundo civilizado”.*

Esta defensora de la “conciencia privada” perteneció a una generación de escritores que se atrevió a utilizar la escritura propagandística como herramienta. Desde las trincheras, tras presenciar atrocidades como las de la Guerra Civil española, decidió que la imparcialidad informativa no era una opción ética para un reportero.

El sentido del “activismo”, de tomar partido, subyace en este pasaje: “La pena por ayudar judíos era la muerte. Quienes se arriesgaron a hacerlo, en lugar de contribuir a la barbarie o mirar desde una distancia segura o cerrar los ojos, recuperaron una parte del honor de la humanidad. Y fueron efectivos; salvaron vidas; engañaron a Eichmann y sus esbirros de su presa. Si hubiera habido muchos, muchos más, millones más, ¿podría Eichmann haber triunfado como lo hizo?”.

Otro periodista (y nobel de Literatura), Albert Camus, lo sintetiza: “Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la padecen” 

Ana Cristina Restrepo Jiménez

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