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El Banco Mundial (BM) presentó en la Universidad de Medellín el informe Dos años después, salvando una generación que reseña el efecto del covid-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe. Sus conclusiones son un campanazo para Colombia, Antioquia y Medellín. Quizás la conclusión más importante es el considerable aumento en la pérdida de aprendizaje en la educación como consecuencia del confinamiento. Esto sumado al deterioro previo que ya traían algunos indicadores educativos, se considera “la crisis silenciosa en el sector educativo”.
El informe plantea una reducción importante en la asistencia escolar por el cierre escolar, aunque no se tiene una cifra definitiva de este impacto. Se habla además de una pérdida esperada de cerca de un año y medio de escolaridad ajustado por aprendizaje, lo cual se traduce en una disminución futura de ingresos para los estudiantes actuales del orden del 12 %. Lo más grave es que dichos impactos afectan de manera especial a los estudiantes más jóvenes y a los pertenecientes a los hogares más pobres. Se señala también un deterioro en la salud mental y bienestar de los jóvenes pues el 61 % de los niños y niñas presentan al menos un síntoma de angustia mental (encuesta a cuidadores en Alc).
El informe señala además un riesgo de deserción debido a la falta de las habilidades necesarias para pasar de grado. Este resultado es grave en el caso de lectura y comprensión pues se muestra que estudiantes en sexto grado alcanzan escasamente a comprender lo de un niño de tercer grado. Evidencias de varios estudios resaltan que esa enorme deficiencia difícilmente podrá recuperarse en el resto de la vida.
Surge entonces la pregunta: ¿cómo enfrentar semejante crisis?. El BM sugiere consolidar un curriculum nacional, evaluación formativa e implementar programas orientados a la recuperación del aprendizaje, así como tener planes de estudio que incluyan las destrezas fundamentales para el aprendizaje de la lectura. En el debate del informe la ex ministra Cecilia María Vélez planteó que es crucial que Colombia centre la política educativa en las instituciones escolares, lo cual llevaría necesariamente a repensar la descentralización del sector. Por su parte, el viceministro de educación esbozó la política para la recuperación del aprendizaje perdido por efecto del Covid-19, que pretende movilizar cerca de 40 mil estudiantes universitarios (especialmente de licenciaturas y Escuelas Normales Superiores) para que apoyen voluntariamente el proceso educativo de los estudiantes de preescolar, básica y media, basados en un modelo de aprendizaje dialógico. También se propone buscar consensos en relación con el ingreso a la carrera docente, la formación profesional, la evaluación, el retiro y el bienestar de los docentes, incluyendo algo fundamental como el énfasis en la formación situada mediante el Programa todos a Aprender.
Una combinación de dichas propuestas sería muy eficaz y de gran impacto, pero es necesario iniciar ya los programas. Antioquia y Medellín deberían con carácter urgente hacer acuerdos con el Ministerio de Educación para poner en marcha varios de estos.