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Optimismo y hasta un poco de alivio se le vio ayer al ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo. Sobre las 4 de la tarde el país recibió la gran noticia económica de la jornada: Moody’s, una de las tres calificadoras de riesgo más importantes, afirmó la nota crediticia nacional en Baa2 y mejoró la perspectiva de “negativa” a “estable”.
En palabras más simples, esa firma le dice a los inversionistas del mundo que aunque el déficit fiscal –los gastos superan los ingresos– de Colombia es alto y cerrará este año en 8,6% del Producto Interno Bruto (PIB), aún es seguro prestarle plata porque tiene una capacidad aceptable para honrar sus obligaciones.
Un espaldarazo que Restrepo celebró y para el cual reivindicó la reforma tributaria o Ley de Inversión Social que vio luz bajo su gestión. Dijo que es una “muy buena noticia” y explicó que Moody’s adujo su decisión a los consensos para sacar adelante el proyecto fiscal del Gobierno, así como a las medidas que este contiene para estabilizar la deuda pública.
Y no es para menos que exaltara el anuncio, porque a Colombia le cayeron dos baldados de agua fría en menos de mes y medio. El 20 de mayo pasado S&P Global Ratings le quitó el grado de inversión y el 1 de julio Fitch Ratings hizo lo propio. Se quedó así sin el respaldo de dos de las tres grandes calificadoras, pero Moody’s aparece ahora como una suerte de bálsamo.
A Juan David Ballén, director de Análisis y Estrategia de Casa de Bolsa, le parece que lo más relevante es que Moody’s subió la perspectiva a “estable”. Eso significa que, por lo menos en el corto plazo, no reducirá la calificación.
No obstante, como son dos de tres las agencias que dejaron la nota en terreno negativo, “Colombia oficialmente ya había perdido el grado de inversión”, por lo cual las nuevas noticias no moverán la tasa de cambio y los mercados, anota. Eso sí, para Ballén es valioso que Moody’s basara su decisión en la aprobación de la tributaria y en las buenas perspectivas de crecimiento para el territorio nacional.
¿El líder regional?
Lo que menciona lleva a reseñar la otra “buena nueva” que recibió el país. Previo al anuncio sobre la calificación crediticia, el Banco Mundial actualizó sus proyecciones económicas para Latinoamérica y el Caribe.
Aunque elevó su previsión sobre el PIB de Colombia este año de 5,9% a 7,7% –que de por sí es un aumento relevante–, lo más interesante es el cálculo para 2022: vaticinó que crecerá 4,2% y superará el promedio regional, así como a las potencias de la zona, Brasil y México, y a territorios similares como Perú (ver Gráfico).
El país es uno de los pocos al que el Banco Mundial no rajó, puesto que en el reporte presentado planteó que la covid-19 solo fue un elemento adicional de “una década pérdida” en la que la región creció a un ritmo de 2,2% mientras que el mundo lo hizo al 3,1%.
Con un PIB alto o bajo, con grado de inversión o sin él, el llamado de atención del organismo multilateral fue el mismo para todos los países de Latinoamérica y el Caribe: hay que avanzar en una agenda de reformas en infraestructura, educación, política energética e innovación; optimizar el gasto público; fortalecer el capital humano; generar empleo y reducir los niveles de pobreza.
Así, pese a las noticias positivas, el reto para Colombia es que el mayor crecimiento se refleje en todos los aspectos, sobre todo en el contexto actual, en el que la tasa de desempleo llega a 12,3% y la pobreza monetaria alcanza al 42,5% de la población.
En mis bolsillos hay una grabadora y unos audífonos; en mi mente, amor por el periodismo.