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Deuda fiscal y el peligro de no controlarla

Cuidar variables como la deuda externa y el gasto del Gobierno es fundamental

para limitar las consecuencias del riesgo.

  • Ilustración David Guzmán
    Ilustración David Guzmán
08 de marzo de 2020
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Para entender por qué los países deben tener cuidado con sus finanzas sería necesario pensar que el Estado en sí funciona como una gran empresa. Ciudadanos y sector privado suelen ser los accionistas y el Gobierno ejerce las funciones directivas. De ahí que para crecer, atender necesidades de primera mano, solventar crisis coyunturales o hacer inversiones, necesite de un flujo de caja.

Hay varias formas para que los países consigan los recursos para el ejercicio de un año fiscal. De ahí nace la idea de que se apruebe, anualmente, un presupuesto general que cubra esas necesidades. Ese plan se hace teniendo en cuenta algunas variables: el dinero que ingresa por las entidades en las que los estados tienen participación accionaria, el recaudo de impuestos, parte de las importaciones y los créditos o deuda que se adquiere con bancos, otros países u organismos multilaterales (ver Paréntesis).

Precisamente en este último punto es en el que se debe tener más cuidado. Así como ocurre con los ciudadanos, los países pueden solicitar crédito, pero los cuidados sobre los montos y el objetivo de estas acreencias deben ser muy bien analizadas para no entrar en crisis. Colombia, en noviembre del año pasado, modificó la Ley 1473 de 2011 que dicta la hoja de ruta que se debe seguir para tener un manejo controlado de los ingresos y gastos de la nación: conocido como regla fiscal.

Mientras el Gobierno se había comprometido en 2018 a bajar el déficit fiscal al 2,2 % respecto al Producto Interno Bruto (PIB), en marzo del año pasado subió ese porcentaje al 2,7 y de paso amplió el de 2020, que ya no sería del 1,9 % del PIB, sino del 2,3 %, mensaje que en su momento los empresarios pidieron manejar con tranquilidad por lo que representaba el hecho de que Colombia, en otras palabras, tendría que conseguir dinero para cumplir con los presupuestos de educación y salud.

Sin embargo meses después volvió a hacer un diagnóstico para reducir ese dato: lo dejó en 2,4 % para 2019 (que según el Ministerio de Hacienda acabó en 2,5 %) y en 2,2 % para el ejercicio de 2020.

Lupa a las decisiones

Ramón Javier Mesa, profesor de economía en la Universidad de Antioquia, explica que este tipo de movidas terminan por mandar un mensaje de desconfianza a la banca internacional, inversionistas y calificadoras de riesgo, lo que entre otras consecuencias termina cerrando puertas para que se vean inversiones, por ejemplo, en el desarrollo de infraestructura.

“Pero uno podría decir que Colombia no ha sufrido de ese mal. La política entorno al endeudamiento ha sido responsable y se ha manejado de acuerdo a las recomendaciones internacionales. Las calificaciones de agencias como Fitch si bien en algún momento han sido más pesimistas que en otras ocasiones, se han relacionado a temas que no dependen del manejo gubernamental: la caída de los precios del petróleo, por ejemplo, ha sido una de las causantes”, explica Mesa.

En este punto también hay que tener en cuenta otra variable clave de la ecuación: el manejo de la deuda externa. Según el Banco de la República, a novimebre de 2019 la deuda externa del país tuvo una leve caída respecto a octubre, del 43,2 % del PIB al 43,1 %, es decir: 211 millones de dólares. Sin embargo, se convirtió en el dato más alto desde 1995 El total de la deuda llegó a 137.422 millones de dólares.

Vitor Gaspar, director del Departamento de Finanzas Públicas del Fondo Monetario Internacional (FMI); John Ralyea economista principal del Departamento de Finanzas Públicas del FMI y Elif Ture, economista en el Departamento de Finanzas Públicas del FMI han recomendado en varias ocasiones que una deuda elevada dificulta considerablemente que los países estén listos a los cambios que representa la economía mundial.

De ahí que pidan que, por ejemplo, se modernicen los sistemas de recaudo de las naciones avanzadas para aumentar el dinero que se recoge. Estos países deben “adoptar de nuevo impuestos sobre la renta más progresivos, lo cual ayudará a reducir la desigualdad. Asimismo, la mayoría tiene margen para incrementar el ingreso de forma significativa con los impuestos sobre herencias, tierras e inmuebles”, aseguran los expertos en el documento La deuda dificulta la respuesta de los países a los rápidos cambios en la economía mundial.

Otros actores llaman la atención sobre lo que están haciendo algunos países para motivar la entrada de capital extranjero para generar más recursos estatales. Pero ese juego de seducir el interés externo no puede poner en riesgo los ingresos al Estado en materia de carga impositiva.

Panorama regional

Según la Comisión Económica para América y el Caribe (Cepal) “son muchos los países de bajos ingresos que recurren a costosas exoneraciones temporales de impuestos y exenciones del impuesto sobre la renta para atraer la inversión, cuando los créditos fiscales por inversiones y la amortización acelerada generan más inversión por cada dólar gastado” (ver Opinión).

Y es que tener especial cuidado en esa materia importa y mucho, pues la estabilidad financiera de las naciones que buscan desmarcarse como pequeñas economías para ser consideradas en vía de desarrollo podría estar en riesgo. Datos del Banco Mundial alojados en el informe Estadísticas de la deuda internacional de 2020 muestran la realidad de esa peligro.

Las cifras conjuntas de 2018 dan a conocer que la “deuda externa de los países de ingreso mediano y bajo aumentó un 5,2 % en 2018, hasta alcanzar los 7,8 billones de dólares, un ritmo más lento de acumulación que en 2017”. Dice la publicación también que de los 10 países que más tienen obligaciones internacionales, tres son de América Latina: Argentina, que de hecho es el primero, Brasil y México.

“Ese resultado lo que demuestra es el riesgo que tienen las naciones de esta parte del mundo de tener un manejo juicioso de sus finanzas. Se trata de predicar pero también aplicar. ¿Cómo un Gobierno pide a sus ciudadanos que tengan cuidado en no pagar en 36 cuotas un viaje, cuando el mismo país no se preocupa por recoger el dinero necesario para atender sectores como el educativo y por eso tenga que ir a los préstamos externos para generar flujo de caja?”, añade José Roberto Acosta, miembro de la Red por la Justicia Tributaria.

Fitch Ratings, calificadora de riesgo, dijo en septiembre del año pasado que Colombia debería llevar a cabo una serie de reformas económicas que empujen el recaudo y disminuyan los gastos si lo que se quiere es cumplir con la meta de riesgo.

En ese momento condicionó parte del desempeño de Colombia a un ambiente comercial externo más tranquilo (lo que se está cumpliendo con la primera fase del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China), pero que estaría en un riesgo serio a razón de un dólar arriba de los 3.500 pesos por efectos coyunturales como el impacto en los mercados por el coronavirus.

2,2 %
del PIB es la meta de déficit fiscal que se tiene a cierre de este año en Colombia.
137.422
millones de dólares fue la deuda externa del país en 2019: BanRepública.
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