M aría Inés Restrepo dejará el próximo 31 de diciembre, “asados Doña Rosa”, como jocosamente llama a la oficina que ocupó por 21 años en el piso 11 de la sede principal de Comfama, en el centro de Medellín.
“Es que siempre había un chicharrón por resolver, pero uno sabía que buscando soluciones, eso se traducía en familias felices recibiendo una casa, un niño entrando a estudiar a un jardín infantil, un joven estudiando, un adulto atendido en consulta médica, un viejito recibiendo su carné del régimen subsidiado...”, comenta esta trabajadora social que dejó en noviembre de 1994 la dirección de la Corporación Antioquia Presente para estar al frente de una de las cajas de compensación familiar más grandes del país.
Sus 10 jefes le aceptaron la renuncia el 23 de noviembre pasado para gozar de su jubilación, que venía contemplando desde tiempo atrás, pero que pospuso por dos temas.
Lo primero, y uno de los retos más difíciles de su gestión, fue asegurar la sostenibilidad financiera de la caja, luego de ser parte de la primera EPS mixta del régimen subsidiado del país (Savia Salud), en alianza con el Municipio de Medellín y la Gobernación de Antioquia. Lo otro era dejar listo el plan con que Comfama buscará expandir sus servicios sociales en la ruralidad de Antioquia, de cara a un cada vez más cercano posconflicto.
Desde enero se instalará en un “cambuche”, como llama ella al espacio en la oficina de su esposo, adecuado desde hace dos años, a la espera de su retiro. “Compraré una sillas para poder recibir a mucha gente a la que pueda entregar con humildad lo que pude aprender en Comfama, ayudar a instituciones y hacer consultorías, pero no muchos proyectos, porque quiero gozarme a mi familia y seguir estudiando, volver a la universidad”, comentó Restrepo en diálogo extenso con EL COLOMBIANO.
Por ahora, deja una caja de compensación con 3.700 empleados, que quintuplicó su número de empleadores, hasta las 80 mil empresas antioqueñas, y triplicó los trabajadores afiliados, que ya superan el millón.
Asimismo, con corte a octubre, los aportes han crecido este año 14,66 por ciento frente a los primeros 10 meses de 2014, con un remanente de 43.810 millones de pesos, un flujo de caja positivo de 32.259 millones de pesos y pasivos bancarios que han bajado a 32.190 millones, sin contar las ejecutorias sociales (ver Informe).
Más allá de los balances, la directora saliente de la caja podrá cobrar a un grupo de amigos la apuesta que hizo 15 años atrás: que cuando saliera de Comfama, aún estaría vigente el aporte parafiscal del 4 por ciento (sobre el salario) que hacen los empleadores formales a subsidio familiar. En todo caso desde centros económicos como Anif se ha sugerido al Gobierno y al Congreso acabar ese aporte con el argumento de formalizar el empleo. Así respondió Restrepo a este diario:
¿Le da ‘guayabo’ dejar a Comfama?
“Indiscutiblemente, porque uno ama lo que hace, desde hace 21 años solo he tenido satisfacciones y retos hermosos, pues trabajo en un sitio donde los sueños se hacen realidad, la gente es tan pilosa que uno sueña un jardín infantil y al otro día pregunta si ya está listo y responden: ‘hoy no, pero mañana sí’. Creo que la inclusión y la equidad es lo mejor que uno puede lograr en la vida y me voy feliz de Comfama, porque cada día con mis compañeros lográbamos sonrisas de equidad”.
¿Cómo logró depurar la caja y darle un manejo gerencial?
“Una buena gerencia siempre debe estar lista al cambio, con los pies en la tierra y la mirada en el horizonte. Con la vigencia de la Ley 100 de 1993, en cuestión de dos meses se debía tomar la decisión de si íbamos a ser una IPS o una EPS o parte de un fondo privado de pensiones. Empezamos en salud, luego hubo un cambio grande en educación, todo eso vino con más infraestructura, y más programas, llevamos 21 años de decisiones transformadoras. Así que se debe tener planeación estratégica, afinar presupuestos, mantener niveles de eficiencia y competitividad. Una caja o cualquier entidad social tiene los mismos retos y compromisos de rentabilidad que una empresa, de lo contrario, no hay sostenibilidad y, por ende, no hay servicios para la gente”.
Pero también enfrentó
reformas legales y más
exigencias...
“Una caja de compensación es muy vulnerable, cualquier decreto, ley nueva o situación en el medio puede producir un cimbronazo, más allá de que se tenga mucha planificación. Muchas veces las reformas no se dan de cara a la realidad. Si se tuviera una política social integral de país, una estabilidad jurídica, una visión sistémica, la realidad sería distinta. En los últimos años hemos tenido varias incidencias que han precipitado cambios, como el problema de la salud, por la insuficiencia de recursos y de tantas cosas, y la idea era proteger patrimonio, los aportes del cuatro por ciento y al mismo tiempo no dejar tirada una misión con los más pobres de Antioquia”.
¿Cómo deja a Comfama frente al negocio de Savia Salud?
“Las alianzas público-privadas son hoy la mejor manera de enfrentar problemas sociales. Así fue que se permitió al Municipio de Medellín y a la Gobernación de Antioquia realizar una capitalización de una empresa como Savia y le permite a Comfama entregar un aseguramiento y el compromiso de transferir ese conocimiento en un contrato de operación, mientras Savia adquiría, la experticia, tecnología edificios, empleados, y demás, durante tres años. Y eso ya se entregó”.
¿Y de qué manera se protegió patrimonio y sostenibilidad de la caja?
“Sin esperar a que a Comfama le pagaran, se canceló todos los dineros a la red hospitalaria a diciembre 31 de 2013, contando con el apoyo de créditos de los bancos. Hoy solo debemos un 30 por ciento de 90 mil millones de pesos. Para pagarlo tuvimos mucha austeridad y disciplina interna para no fatigar a la Tesorería, también depuramos y aplazamos inversiones para cumplir, pues las pérdidas pudieron haber ascendido a los 200 mil millones de pesos”.
¿Cómo fue su defensa ante los intentos de desmontar el aporte del 4 por ciento al sistema de compensación familiar?
“Un recorte o reforma del aporte del cuatro por ciento siempre estará sobre la mesa. Pero tiene que ser un diálogo inteligente y que trascienda lo político y la mirada economicista. Hay que hablar con argumentos sólidos y por eso tuve unos consultores de primer nivel para poder darle altura a la discusión junto a un gremio técnico como Asocajas. Siempre les he dicho a los economistas que miremos la pobreza a los ojos y no en una estadística”.
¿Hacia dónde cree que debe crecer Comfama con todo su portafolio de programas?
“De cara a la realidad de un mundo de inequidad y pobreza, el compromiso debe ser con el desarrollo social, encontrar puntales como el campo con toda su informalidad. Hay una tarea grande que no se llama solo posconflicto, pues hay muchos pendientes sociales que pueden ser competencia de una caja de compensación sin asumir otros roles que no le corresponden”.
¿Qué condiciones debe tener una persona para dirigir a Comfama?
“Más allá de las pruebas psicotécnicas, debería hacer unas pruebas que midan el compromiso del alma. Este es un cargo en que se debe estar jugado, estudiar mucho, no tener miedo de nada, ser capaz de liderar un valioso grupo de trabajo, dormir poco, madrugar mucho. Es el disfrute del día a día, superando la mirada paternalista”.
¿Cuál es su sugerencia para su sucesor?
“El día en que esté cansado, basta con que vaya a un jardín infantil o mire la entrada de unos jóvenes a clase de computadores o entre a ver a unos adultos a aprender a coser”.
¿Y los retos que deja a su sucesor?
“¿Cómo? ¡60 años más! Que me invite a la celebración de los 120 años y haga más grande a Comfama”.
¿Qué hará desde el primero de enero de 2016?
“Siempre he dicho que cuando dejara el cargo y me jubilara me iba a meter a todos los cursos de Comfama y también me iré con mis nietas a disfrutar todos los parques de la caja”.