“A pesar de la violencia que hemos sufrido en carne propia en el municipio y que a veces nos ha tocado salir corriendo de los cafetales en medio de tiroteos, seguimos firmes haciendo nuestro producto”. Con estas palabras Zoraida Yule Vitonás cuenta la historia de la Organización Siceet y su café especial de Toribío, Cauca.
Desde hace cinco años, 120 caficultores de la zona se pusieron en la tarea de cultivar café orgánico, sin importar el cerco de la violencia.
“Hoy estamos en Bogotá, mostrando nuestro producto. El proceso no fue fácil, pero hemos sido ordenados, nos resistimos, trabajamos de la mano de los cabildos y eso nos ha dado mucho resultado”, agregó.
Historias como estas se repiten en Expoespeciales, la feria de la Federación Nacional de Cafeteros que se desarrolla desde el miércoles y termina mañana en Corferias, Bogotá.
A la par de cultivadores como Zoraida, están grandes empresas y organizaciones como Nutresa con su marca Café Matiz, que muestran codo a codo sus productos.
“Desde el punto de vista técnico, los procesos del café son similares, hay un componente de capacitación que no se descuida o de técnica para el cultivo, pero hay un factor que impacta mucho más y es la tradición”, explicó Delio Rodrigo Alarcón, coordinador de laboratorio central de la oficina de Calidad de Almacafé de la Fedecafé.
Agrega que la dedicación de los cultivadores y su nivel de empeño para tener un “grano vivo hasta el último momento”, hacen que el café sea especial, que tenga algo que “nadie puede explicar”.